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La escritura perpetua

Montero/PSOE

A María Jesús Montero se le puso cara de Kamala Harris nada más presentar su candidatura a la secretaría general del PSOE andaluz

Publicado: 16/01/2025 ·
21:24
· Actualizado: 16/01/2025 · 21:24
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  • María Jesús Montero. -
Autor

Luis Eduardo Siles

Luis Eduardo Siles es periodista y escritor. Exdirector de informativos de Cadena Ser en Huelva y Odiel Información. Autor de 4 libros.

La escritura perpetua

Es un homenaje a la pasión por escribir. A través de temas culturales, cada artículo trata de formular una lectura de la vida y la política

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A María Jesús Montero se le puso cara de Kamala Harris nada más presentar su candidatura a la secretaría general del PSOE andaluz. El Partido Socialista de Andalucía se ha convertido en algo indefinido después de seis años de fuerte depresión política tras perder el gobierno de la Junta, con un actual grupo parlamentario invisible e irrelevante, quizás por la insoportable levedad de sus iniciativas y acciones políticas. Juan Manuel Moreno ha crecido día a día como presidente, y actualmente su nombre tiene mayor valor entre el electorado conservador que la marca PP. Montero no deseaba en absoluto volver a Andalucía. Cuando el desmayo emocional el pasado abril de Pedro Sánchez y su retiro de cinco días, el nombre de Montero emergió entre susurros en las conversaciones entre dirigentes socialistas en Ferraz como posible sucesora del líder. Pero ahora Montero se enfrenta al mayor y más arriesgado desafío de su carrera. Ella miraba decididamente al futuro y se ha topado con un regreso al pasado. De momento, ha reivindicado públicamente las figuras de Chaves y Griñán, políticos que tuvieron planteamientos más regeneracionistas que socialistas, considerablemente alejados, pues, de la ideología sanchista, pero Montero, para construir el futuro, debe salvar en lo que pueda el pasado de un partido sin autoestima y desorientado. Porque Sánchez es plenamente consciente de que, en su batalla contra lo que denomina la ‘fachosfera’, necesita un PSOE andaluz fuerte en las urnas.

 Juan Espadas, cuando iba sin corbata, en camisa, aparecía en las fotografías revestido de la desgarrada melancolía de un cantaor de flamenco. Lo sacaron de la alcaldía de Sevilla, que era su hábitat, para ponerlo al frente de un partido que navega sin rumbo y donde parte de la tripulación, en lugar de ver a los otros como compañeros, los sienten como piratas. Las navajas siempre afiladas. Por si acaso. Espadas es un hombre dado al acuerdo, lejos de estridencias, un veterano que conoció el final de la época del consenso, pero Sánchez apuesta desde hace tiempo por la confrontación como estrategia y código ideológico, y en ese ámbito sobra Espadas. En medio de tanto desatino, el PSOE, claro, perdió el Ayuntamiento de Sevilla. Y Montero llega ahora, pues, a un partido convulso, resignado a la derrota después de tantas gloriosas noches electorales durante décadas. Lo dijo recientemente Felipe González: “El PSOE no es tercera fuerza política en Andalucía porque no hay segunda”. Pues eso.

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