El tiempo en: Sevilla
Publicidad Ai
Publicidad Ai

Sevilla

Morante, el hijo del torero que cambió el capote por el balón, que "da menos cornadas"

El canterano del Betis, hijo de Morante de la Puebla, se estrena con la selección española sub-18

Publicidad AiPublicidad AiPublicidad AiPublicidad Ai

José Antonio Morante es sinónimo de arte. Puede parecer un nombre y un apellido común, ciertamente lo son, pero hay un José Antonio Morante, de segundo apellido Camacho, que se ha ganado la eternidad por sus faenas en los ruedos y otro José Antonio Morante, de segundo apellido Antúnez, que persigue la gloria cabalgando por la banda con el balón, un proyecto de futbolista estupendo que ha heredado el duende de su padre, pero que eligió el césped antes que el albero, la pelota antes que el capote, los abrazos de gol antes que salir a hombros entre la multitud. José Antonio Morante Camacho es Morante de la Puebla, torero legendario único en su especie, y olé. José Antonio Morante Antúnez (28/06/2007) es, de momento, Morante a secas, un futbolista de 17 años que ya despunta en el División de Honor Juvenil del Real Betis Balompié y que se acaba de estrenar en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas, pues ha participado en la concentración de la sub-18 de este mes de abril.

“De pequeño, hasta después de la Comunión, quería ser torero. Ya te vas dando cuenta de lo que hay… A mí padre le cogió el toro y vi lo que era, la recuperación y todo… Yo decía que el balón da menos cornadas”, resume José Antonio Morante, arte también en sus palabras, en una entrevista en la web de la RFEF. La elección, de momento, no le ha ido nada mal, presente también este curso en algún entrenamiento del primer equipo del Betis, el club de su corazón.

Habla mucho con sus padres, de quien recibe continuos consejos y a quienes ha mantenido informados de sus primeros días con España con mensajes y videollamadas. “¿Sabes si te va a poner por un lado o por otro?, le pregunta su padre, interesado en las andanzas del chico, preocupado por si duerme bien y hasta por sus tratamientos de crioterapia.

“A él le encantaba Zidane. Yo escuché de él que quería torear como jugaba al fútbol Zidane”, cuenta José Antonio de su padre, a quien se le ha visto en más de una ocasión dar patadas al balón con cierta gracia. “También juega, también se atreve jugando al fútbol”. 

De padre a hijo, un talento invisible como el valor, un don que no tiene precio. “He sacado el atrevimiento de él”, presume. “Cuando estás delante del toro, todo el mundo se fija en ti. Y cuando tienes el balón igual, todo el mundo se fija en ti, en que lo hagas bien y en que puedas expresarte como quieres. Te tienes que evadir de todo lo que hay alrededor y centrarte en el balón y en el oponente”.

Morante se presenta con humildad, todavía algo tímido y reservado, pero esa discreción la pierde cuando salta al campo. “Como futbolista me gusta encarar. Me suelen decir siempre que soy un compañero, antes que meter yo un gol me gusta darlo”. De lunes a miércoles, esta semana ha estado a las órdenes de David Tenorio, seleccionador sub-18 que ha sido muy conciso con el extremo. “Me pide que pueda aportar mi descaro, mis centros hacia el delantero, e intentar acoplarme al equipo lo más rápido posible y darlo todo”.

Creció yendo al campo del Real Betis y soñó con ser como Dani Ceballos, buen amigo de la familia y quien le manda un mensaje de cariño y cercanía. “Es uno de mis referentes. Íbamos verle y era un espectáculo. Es muy amigo, es muy amigo. Tiene un tatuaje en el cuádriceps de cuando mi padre salió por la Puerta del Príncipe (Sevilla). Es una gran persona”.

Es José Antonio Morante, de segundo apellido Antúnez, un futbolista con denominación de origen que pudo ser torero, pero que sintió la llamada del balón para llegar al cielo. España ya disfruta de su arte, el arte eterno de Morante.

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN