Sol y granizo: una jornada deslucida

Publicado: 15/04/2025
El aguacero sorprendió a San Benito y El Cerro en el centro, mientras el viento final y el frío vaciaron las calles
La cara y la cruz de la meteorología. El Domingo de Ramos, la cara. Hoy, la cruz. Las cofradías sevillanas han vivido este Martes Santo momentos de susto, tensión y soledad. La jornada, que comenzaba con expectativas inciertas pero con cierta esperanza, terminó marcada por un cielo que no perdonó. La lluvia, acompañada incluso de granizo, se convirtió en la gran protagonista de un día en el que solo cuatro hermandades —San Benito, El Cerro, Los Javieres y Santa Cruz— lograron pisar la calle. Pero incluso las dos primeras lo hicieron bajo una constante amenaza que terminó por materializarse con fuerza poco antes de las seis de la tarde.

El aguacero que cayó en ese momento marcó un antes y un después en la jornada. El Cerro y San Benito ya estaban en la calle y, aunque sorprendidas por la intensidad de la lluvia, no se descompusieron. La Hermandad del Cerro tenía ya sus dos primeros pasos en la Carrera Oficial y la Virgen de los Dolores transitaba por la calle Tetuán cuando se desató el temporal. San Benito se encontraba también repartida por el centro: el primer paso estaba en la calle Lasso de la Vega; el Cristo de la Sangre, en la calle Laraña; y la Virgen de la Encarnación, en Juan de Mesa.

La Plaza de la Encarnación se convirtió en epicentro de tensión y decisiones difíciles. Todos los presentes —incluida la Policía Local— pensaban que la cofradía tomaría refugio en la iglesia de la Anunciación, sede de la Hermandad del Valle, cuya puerta fue abierta para facilitar una posible entrada de los pasos. Pero entre la heroicidad y el deslucimiento, San Benito optó por seguir adelante. Continuó su itinerario hacia la Catedral y, una vez completada la estación de penitencia, aceleró su regreso a su barrio por Luis Montoto, donde entró antes de lo previsto.

La Hermandad del Cerro, por su parte, también puso rumbo a la Catedral en busca de resguardo. Lo logró y, tras la mejora del tiempo, emprendió el camino de regreso a su barrio a las ocho de la tarde. Lo hizo con paso ligero, con los nazarenos de a tres, en una imagen que mezclaba la dignidad del esfuerzo con la tristeza de una jornada que ya había perdido su brillo.
Tanto Santa Cruz como los Javieres completaron su Estación de Penitencia con normalidad aunque con menos público de lo esperado, incluido la Carrera Oficial.

Todos creían que sí… y no

Así fue la tarde. Un constante vaivén entre la ilusión y la decepción. Durante buena parte del día se mantuvo la esperanza de vivir un final de Martes Santo tranquilo. Las decisiones de las hermandades, sin embargo, fueron disolviendo poco a poco esa ilusión. Parecía que sí por San Nicolás, por la calle Águilas, por San Lorenzo… pero la realidad se impuso.

El aguacero que no frustró a San Benito sí hizo temblar las decisiones de otras hermandades. En San Esteban se llegó incluso a abrir la puerta del templo para que saliera la cofradía. Un gesto que encendió la emoción del público congregado. Pero solo unos segundos después, esas mismas puertas se cerraban de nuevo ante la fuerza de un nuevo chaparrón. El gesto provocó pitidos por parte de un sector del público, visiblemente decepcionado por la decisión. Comprensible el deseo de ver al Señor de la Salud y Buen Viaje en las calles, pero no todo vale y las formas de expresarlo por parte del público fueron lamentables.

En San Nicolás se colocó incluso la rampa de salida. Pero la hermandad, tras una prórroga concedida, decidió no salir. Fue la primera en anunciar oficialmente su suspensión. El Dulce Nombre también lo intentó, solicitando varias prórrogas al Consejo General de Hermandades y Cofradías. Sin embargo, la inestabilidad del cielo y el recuerdo del aguacero hicieron que finalmente tampoco emprendieran su estación de penitencia. Paradójicamente, no llovió en el resto de la tarde, pero el susto ya estaba en el cuerpo, y las ganas, por muchas que fueran, no bastaron para vencer al riesgo. Más tarde llegaría el ‘no’ de los Estudiantes, posiblemente el más claro y esperado de la jornada’ 

Una jornada a medias

Así ha sido este Martes Santo: una jornada a medias. En todos los sentidos. A medias de procesiones, a medias de público, a medias de emociones. La lluvia fue, sin duda, el principal motivo de este deslucido día. Pero también se notó un ambiente diferente en las calles de Sevilla: menos público que en años anteriores y menos entusiasmo. A medida que avanzaba la tarde y las decisiones de suspender se iban encadenando, el ánimo del público también caía.

Y por si fuera poco, el remate final llegó con el viento. Un viento frío y desapacible que se levantó a última hora del día y que terminó por vaciar aún más las calles. El ambiente, excesivamente frío para estas fechas, empujó a muchos a regresar a casa antes de lo previsto. Nazarenos, músicos, capataces y público tuvieron que enfrentarse no solo a la lluvia, sino también a una sensación térmica impropia de una primavera sevillana, lo que acentuó la sensación de que la jornada no terminó de cuajar, como lleva ocurriendo en los últimos años a excepción del 2023.

Incluso el apartado musical se vio afectado. El único estreno previsto para este día tampoco pudo lucirse como se esperaba. La banda de la Centuria Romana Macarena, que se incorporaba por primera vez tras el misterio del Desamparo y Abandono de la Hermandad del Cerro, dio la sensación de quedarse a medio gas a pesar de su excelente nivel. Un cambio significativo, teniendo en cuenta los muchos años que la Banda de Cornetas y Tambores del Sol había acompañado a ese paso. El ritmo más pausado del tambor macareno descompasaba por momentos el andar del paso, dejando una estampa algo desajustada que apenas pudo corregirse.

El Martes Santo ha quedado así grabado en la memoria como una jornada inacabada. De expectativas truncadas, de pasos acelerados, de emociones a medias. La cara y la cruz de la meteorología, en su versión más literal, han dejado huella en Sevilla en un lapso de 3 días. Y aunque algunas hermandades lograron culminar su estación de penitencia, lo hicieron bajo el peso del frío y el vacío de las calles.

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