Antifaz de Oro póstumo para el Tío de la Tiza
El biógrafo de de Antonio Rodríguez Martínez, Javier Osuna, solicita el galardón para la persona que mayor popularidad ha alcanzado en el Carnaval
Como biógrafo de Antonio Rodríguez Martínez “El Tío de la Tiza” (Cádiz, 1861-Sevilla, 1912), la persona que mayor popularidad ha alcanzado en el Carnaval de Cádiz desde la segunda mitad del siglo XIX a través de sus composiciones literarias y musicales y a su vez el primer autor que promocionó la fiesta más genuina de Cádiz fuera de su ámbito geográfico, de cuya muerte se cumplirán cien años en 2012, Javier Osuna ha emitido una carta a la alcaldesa de Cádiz, Teófila Martínez, en su condición de Presidenta del Patronato del Concurso Oficial de Agrupaciones del Carnaval (COAC) y Fiestas del Carnaval de Cádiz, así como al Presidente de la Asamblea Honoraria de Antifaces de Oro, Joaquín Quiñones para solicitar formalmente que se conceda a Antonio Rodríguez Martínez “El Tío de la Tiza” el Antifaz de Oro a título póstumo, en el año del centenario de su muerte.
La propuesta se completa con la petición de que se recuerde la memoria de Antonio Rodríguez Martínez con la colocación de una placa conmemorativa en su casa natal, en el número 7 de la calle Rosario Cepeda, así como que se convoque la celebración de un Congreso Monográfico para estudiar la figura de “El Tío de la Tiza” desde las distintas disciplinas que permitan profundizar en el conocimiento de su vida y difundir la importancia de su obra.
Antonio Rodríguez Martínez, “El Tío de la Tiza” (Cádiz, 1861-Sevilla, 1912) ha sido la persona que más ha aportado al Carnaval de Cádiz desde la segunda mitad del siglo XIX a través de su composiciones.
Fue el pionero en 1894, con “Los pajaritos”, en subir a las primitivas comparsas a pie en las carrozas, origen de los actuales coros.
De hecho, a él se debe el actual esquema estético y sonoro de la modalidad de coros, y no es casualidad que la letra y la música más conocida y cantada de toda la historia del Carnaval de Cádiz sea el tango “Los Duros Antiguos”, que otros autores clásicos han llevado al pentagrama, desde el pianista José Cubiles al Maestro Escobar y que está considerado como el himno del Carnaval de Cádiz. Otro tanto podría decirse del coro “Los Claveles” que María Guerrero ‘La Grande’ cantara, como toda la sociedad gaditana, mientras en la dársena del puerto embarcaban las tropas para participar en la incierta Guerra de Cuba…
Sus composiciones evidencian el gran conocimiento musical que tenía, junto a su capacidad literaria, que hizo que sus tangos traspasaran fronteras, llegaran a ultramar e influyeran en manifestaciones musicales de tanta importancia como el tango argentino. La huella gaditana es hoy motivo de estudio, por desgracia no en nuestro suelo, sino al otro lado del Atlántico.
De sus tangos se han ocupado numerosos escritores, como Pío Baroja en su novela “El árbol de la ciencia”. Las canzonetistas más famosas de su tiempo, entre ellas Pilar Cohen o Amalia Campos, interpretaron sus cantables con gran éxito.
En ése sentido, Rodríguez es sin ningún tipo de duda, y por encima de otras figuras posteriores, el padre del Carnaval gaditano. A sus méritos hay que añadir que fue autor teatral; presidente del Círculo Modernista que funcionó en la calle Arbolí, y colaborador literario del “Cádiz Alegre”, periódico ilustrado de entresiglos. Un aspecto destacable de su personalidad es que a sus notables méritos hay que añadir su acusada modestia, tan infrecuente en estos días.
El Pleno del Ayuntamiento de Cádiz presidido por José León de Carranza, a instancia del concejal Antonio Vela Barca, aprobó el 5 de enero de 1966 rotular la antigua plaza Pinto con su nombre, según los documentos que se conservan en el Archivo Histórico Municipal de Cádiz (Actas Capitulares de 1966, págs. 147, vuelta y 148).
Paradójicamente y a pesar de sus merecimientos a “El Tío de la Tiza” no se he ha otorgado el honor que supone la concesión del Antifaz de Oro, pese a que sus méritos superan todo lo imaginable, tanto en la cantidad, como en la calidad y en la fama que le dio, y le sigue dando, a Cádiz.
Existe un precedente, cuando en 1981 se concedió este galardón, a título póstumo, a uno de sus discípulos, Manuel López Cañamaque. Es, pues de justicia ofrecer el mismo reconocimiento a Antonio Rodríguez, su maestro y figura cumbre del Carnaval gaditano.
La propuesta se completa con la petición de que se recuerde la memoria de Antonio Rodríguez Martínez con la colocación de una placa conmemorativa en su casa natal, en el número 7 de la calle Rosario Cepeda, así como que se convoque la celebración de un Congreso Monográfico para estudiar la figura de “El Tío de la Tiza” desde las distintas disciplinas que permitan profundizar en el conocimiento de su vida y difundir la importancia de su obra.
Antonio Rodríguez Martínez, “El Tío de la Tiza” (Cádiz, 1861-Sevilla, 1912) ha sido la persona que más ha aportado al Carnaval de Cádiz desde la segunda mitad del siglo XIX a través de su composiciones.
Fue el pionero en 1894, con “Los pajaritos”, en subir a las primitivas comparsas a pie en las carrozas, origen de los actuales coros.
De hecho, a él se debe el actual esquema estético y sonoro de la modalidad de coros, y no es casualidad que la letra y la música más conocida y cantada de toda la historia del Carnaval de Cádiz sea el tango “Los Duros Antiguos”, que otros autores clásicos han llevado al pentagrama, desde el pianista José Cubiles al Maestro Escobar y que está considerado como el himno del Carnaval de Cádiz. Otro tanto podría decirse del coro “Los Claveles” que María Guerrero ‘La Grande’ cantara, como toda la sociedad gaditana, mientras en la dársena del puerto embarcaban las tropas para participar en la incierta Guerra de Cuba…
Sus composiciones evidencian el gran conocimiento musical que tenía, junto a su capacidad literaria, que hizo que sus tangos traspasaran fronteras, llegaran a ultramar e influyeran en manifestaciones musicales de tanta importancia como el tango argentino. La huella gaditana es hoy motivo de estudio, por desgracia no en nuestro suelo, sino al otro lado del Atlántico.
De sus tangos se han ocupado numerosos escritores, como Pío Baroja en su novela “El árbol de la ciencia”. Las canzonetistas más famosas de su tiempo, entre ellas Pilar Cohen o Amalia Campos, interpretaron sus cantables con gran éxito.
En ése sentido, Rodríguez es sin ningún tipo de duda, y por encima de otras figuras posteriores, el padre del Carnaval gaditano. A sus méritos hay que añadir que fue autor teatral; presidente del Círculo Modernista que funcionó en la calle Arbolí, y colaborador literario del “Cádiz Alegre”, periódico ilustrado de entresiglos. Un aspecto destacable de su personalidad es que a sus notables méritos hay que añadir su acusada modestia, tan infrecuente en estos días.
El Pleno del Ayuntamiento de Cádiz presidido por José León de Carranza, a instancia del concejal Antonio Vela Barca, aprobó el 5 de enero de 1966 rotular la antigua plaza Pinto con su nombre, según los documentos que se conservan en el Archivo Histórico Municipal de Cádiz (Actas Capitulares de 1966, págs. 147, vuelta y 148).
Paradójicamente y a pesar de sus merecimientos a “El Tío de la Tiza” no se he ha otorgado el honor que supone la concesión del Antifaz de Oro, pese a que sus méritos superan todo lo imaginable, tanto en la cantidad, como en la calidad y en la fama que le dio, y le sigue dando, a Cádiz.
Existe un precedente, cuando en 1981 se concedió este galardón, a título póstumo, a uno de sus discípulos, Manuel López Cañamaque. Es, pues de justicia ofrecer el mismo reconocimiento a Antonio Rodríguez, su maestro y figura cumbre del Carnaval gaditano.
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