Bebe se ganó el corazón de muchas mujeres al reivindicar con sus canciones el significado de su intimidad, el coraje ante los maltratadores y la necesidad de rebelarse ante los arcaicos patrones sociales. En todo aquello siempre hubo algo de pose, pero por encima de todo irradiaba una voz hechizante y armónica, valiosa y auténtica, con acento, adictiva, eso que coincidimos en definir como talento. Un talento que también ha intentado desarrollar en el cine -siempre en papeles secundarios- y en los que no ha renunciado a su apellido, Rebolledo. Y es importante subrayarlo, porque desde esta semana, para muchos, Bebe ha dejado de ser Bebe, para ser una más de entre los Rebolledo de toda la vida. Ya venían advirtiendo desde hace unas semanas los medios especializados que la cantante había roto con todo para grabar su tercer disco, pero nunca entendimos que todo implicara las buenas maneras. Puede que todo siga formando parte de su pose, pero ya no lo compensa con su dulce voz.
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