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Cuba: el desafío Obama está planteado

Queridos lectores, la asunción de Barack Obama a la Presidencia de los Estados Unidos, marca un hito en la Historia contemporánea, aunque algunos no quieran verlo así...

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Queridos lectores, la asunción de Barack Obama a la Presidencia de los Estados Unidos, marca un hito en la Historia contemporánea, aunque algunos no quieran verlo así. El sólo hecho de haber llegado a ese momento y de los propósitos que ha anunciado junto con las esperanzas concitadas en los Estados Unidos y en el mundo constituyen indicadores que no pueden pasarse por alto. Hay algo que dijo en su discurso de aceptación del cargo de presidente que expresa una razón de pragmatismo político que considero muy importante no sólo para los norteamericanos, cuando expresó según la traducción española a que tuve acceso: “Lo que no entienden los escépticos es que el terreno que pisan ha cambiado, que las manidas discusiones políticas que nos han consumido durante tanto tiempo ya no sirven”. Quizás esto debería ser el pivote para una reconsideración del presente con vistas al futuro, que pudiera resultar de mucha utilidad para comprender el fenómeno Obama con un verdadero espíritu dialéctico que vaya más allá de los dogmas y los esquemas. Principalmente en un momento crucial de la Historia humana marcado por la crisis actual del mundo que bien podría derivar a un gran desastre planetario, capaz de dar al traste con todo y con todos, incluidas nuestras aspiraciones, nuestras ideas y nuestro sentido de la justicia.

La crisis universal económica y ecológica que aqueja a nuestro planeta podría convertirse en el detonante de destrucción de la civilización humana, que no se detendrá ante intenciones, propósitos ni realizaciones de ningún tipo.

Todos los buenos oficios que ha planteado Obama durante su campaña y más aún en el contendido de su discurso inaugural, no cambian para nada el carácter imperialista de los Estados Unidos como potencia que pretende liderar el mundo, lo que rechazo plenamente; pero ese concepto de fondo no debería interponerse para la acción de escuchar, de comprender y de buscar el significado de la voluntad de cambio con que comienza su presidencia y de las expectativas esperanzadoras que el hecho en sí mismo significa. Yo pienso que para ser honradamente justo, no deberíamos pedirle al primer presidente negro en la Historia de los Estados Unidos que durante su mandato resuelva todo lo que en 200 años no han resuelto los presidentes blancos que lo han precedido. Esa actitud sería un resultado de la intolerancia y de la no compresión de que las soluciones de los grandes problemas sociales y políticos tienen un ritmo en el tiempo y una lógica que se desenvuelve por sucesión de etapas de acuerdo con lo efímero de la vida humana, lo que las convierte en una carrera de relevo de generaciones que se suceden en el tiempo. En esta dirección creo que es muy interesante algo que ha declarado Armando Hart quien es un destacado político e intelectual cubano, en el sentido de que si “Obama triunfaba y cumplía una mínima parte de lo prometido... sería además de una gran victoria contra el bloqueo, un reto para enfrentar, sobre fundamentos culturales, un nuevo escenario en la confrontación histórica con el imperialismo”. En mi opinión el reto ya está planteado para Cuba y ahora todo dependerá de la inteligencia y la capacidad con que se actúe. El inmovilismo, las ideas triunfalistas, los dogmas y los esquemas no conducirían a nada bueno en el futuro.

Ahora más que nunca habría que cambiar todo lo que deba ser cambiado y generar esperanzas con planes concretos que el pueblo pueda hacer suyos. Oír e interpretar verdaderamente el signo de los tiempos.

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