El desastre en la gestión de Banca Cívica y la filosofía de trabajo de La Caixa están minando a la plantilla de Cajasol ante los problemas que se están derivando de la integración técnica de las plantillas y los temores de los 850 trabajadores que sufrieron las bajas forzosas en julio, a expensas de que la entidad cumpla con el apartado del convenio que les afecta.
Si ya desde Comfia habían hecho hincapié en el “desastre” que estaba suponiendo la integración técnica, comenzada en este mes de septiembre, con la plantilla aún con vacaciones y la merma sustancial de la de Cajasol, los propios trabajadores son ahora los que se quejan del ambiente que sufren en la entidad.
“Cualquier auxiliar administrativo de La Caixa manda más que un director de Cajasol”, aseguran los propios trabajadores, que se muestran abiertamente indignados con el papel del excopresidente de Banca Cívica, Antonio Pulido, al considerar que ha “abandonado” a la plantilla a su suerte, más aún tras su renuncia al consejo de administración de CaixaBank.
Y si la plantilla actual refleja abiertamente el mal ambiente que viven en las oficinas, peor lo están pasando los 850 que sufrieron las bajas forzosas en julio, que deberán ser incorporados de nuevo en julio de 2013, aunque pueden prorrogar su paro un año más, hasta 2014, fecha en la que está previsto que se finalice el ajuste laboral completo de la plantilla de Banca Cívica.
Los trabajadores esperan que se cumplan el apartado del convenio que les garantiza que su reincorporación se llevará a cabo en una oficina que esté, como máximo, a 20 kilómetros del puesto que abandonaron, aunque saben que esas distancias pueden moverse.
De hecho, algunas fuentes financieras consultadas apuntan a la posibilidad de que La Caixa opte por no prescindir de esa parte de la plantilla y acometan una expansión en zonas en las que en estos momentos la entidad no está muy implantada, de modo que la opción estará en ir al desempleo o aceptar ese puesto, aunque sea en Jaén o Málaga.