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El sexo de los libros

Colonización de Marte.

Como se decía en el pacífico y hospitalario ambiente de la Baader-Meinhof: “O eres parte de la solución, o parte del problema; pero en medio no hay nada”.

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Sabemos mucho, no sólo sobre el pasado y el presente, sino también sobre el futuro del planeta Marte.

Asimov había contado la historia de Max, un agente (secreto) de clase A del Servicio Galáctico, en Estoy en Puerto Marte sin Hilda (I’m in Mars-Port without Hilda), una short story publicada en 1957 en Venture Science Fiction Magazine, que pasaría a formar parte (en una versión un tanto censurada / in a slightly censored form) de un conjunto de relatos titulado  Nine Tomorrows (1959). La redacción original, sin supresiones, apareció en Asimov’s Mysteries (1968). La causa de la atenuada censura del 57 fue el relativo carácter obsceno (ribald)  del texto.

Las distancias dejaron de ser un obstáculo, y Puerto Marte se convirtió en “el lugar más endiabladamente bullicioso del sistema”.

Conocimos a Flora, una mujer deliciosa que vivía allí y que tenía un apartamento equipado con low gravity mediante un dispositivo carísimo. Max se las prometía felices: “iba a flotar con Flora a baja gravedad en un mar de perfume de jazmín”. Pero antes estaba obligado a ocuparse de un asunto feo: nada menos que el contrabando de espaciolina alterada.

Flora es la amante de Max. O eso cree él. Amante astrofísica, se entiende. 

La espaciolina es esa sustancia imprescindible cuando se realiza el primer viaje espacial. La mayoría de la gente la necesita en los diez o doce primeros viajes. Esta sustancia evita vértigos, desmayos, crisis de terror y una larga serie de perturbaciones psíquicas. Pero la espaciolina manipulada químicamente se transforma en una droga de fuerte adicción. Psychotropic.

Bajo los efectos de la espaciolina las personas hablan de manera extraña. Por ejemplo, si damos las buenas tardes a alguien que la ha ingerido, su  respuesta puede ser ésta: “Surrealismo de Panamy corazones de tres cuartos de tiempo para una taza de cafacilidad de palabra”; o bien esta otra: “Viaje la luz fantastic toc el reloc cacareala del pájaro”; o ésta: “Malditono clave habla la última vez que te viento mueve la planta”. Y dónde me dejan ustedes ésta: “Salvado del raspado por encima de la manada ordenada del unicornio cursi con Kansas blanco como la nieve”. Además, la espaciolina anula todas las emociones: la ansiedad, el odio, cualquier tipo de pasión e incluso el deseo de autodefensa. Lo sabemos todo sobre Marte.

Otro caso:

Conocemos a Masha Mendes, una joven astronauta e ingeniero protagonista de La escéptica (Die Ungläubige, 2.500 metros, color, 35 mm), un trabajo cinematográfico de Alexander Kluge que le sirvió para el desarrollo de su film Los artistas bajo la carpa del circo: perplejos (Die Artisten in der Zirkuskuppel: ratlos, 1968). La escéptica es una obra que va más allá de los vulgares incidentes marcianos.

Masha es una experta tiradora apasionada por la filosofía. “Si un hombre tiene buen aspecto y puede hablar de filosofía, ella [Masha] le admira: lo mismo sucede cuando no tiene buen aspecto y puede hablar de filosofía”.

Encontrándose en pleno futuro (para nosotros), Masha se pregunta, con inquietud, por qué los escritos de Hegel parecían absurdos en lenguaje coloquial. Masha, hay que insistir, estaba bastante más allá de Marte, cuando todo lo concerniente a este Gestirn estaba para entonces totalmente olvidado.

Era recomendable estudiar la crítica del método de Hegel que hace Kierkegaard (“sin duda el pensador más profundo del siglo XIX”, le dijo Wittgenstein a Maurice O’Connor Drury). En la realidad, afirmaba Kierkegaard, no se pueden resolver siempre las contradicciones, porque si fuera así no se daría el conflicto; y el conflicto se produce. Las contradicciones vitales han de ser vividas indefectiblemente, porque la vida no puede ser sistematizada.

Achtung! El Marx de los Manuscritos económicos y filosóficos de 1844. Crítica al idealismo hegeliano. El doble error de Hegel.

Como se decía en el pacífico y hospitalario ambiente de la Baader-Meinhof: “O eres parte de la solución, o parte del problema; pero en medio no hay nada”. 

La insólita figura de Masha Mendes nos lleva al sector Alphand, en el segundo planeta Tauta Eridani. Conocemos con ella a los Tronistas asentados en el área interestelar K7. Nos trasladamos a la capa de aire de Antipyrin en la región de Saturno. Presenciamos las sesiones de adiestramiento de la Tropa-USO-Especial. Vemos a Masha en Transilvania (no la de Rumanía, evidentemente) intentando regresar a un estilo de vida primitiva, es decir, tratando de empezar desde cero, así como especulando sobre la renuncia al poder en todas sus variantes, aunque en el fondo pensara que toda vuelta a la vida sencilla resultaba antidialéctica. Entonces recordaría aquella frase del comienzo de su propia Abenteuer: “Inteligencia e ingenio pueden fácilmente divertir, pero cautivar a alguien eso sí que llega al corazón”. Increíble.        

        
 

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