Sombras hechas en luz, así son los filósofos y héroes que gastamos por este Sur aunque a menudo reneguemos de ellos por nuestro endémico complejo de inferioridad. Cada patria engendra a sus hijos más preclaros con el barro de su propia tierra y les insufla en su espíritu lo mejor que tiene. Los nuestros han sido paridos en la humildad sureña y amamantados por la sabiduría popular vencedora de escaseces y humillaciones; acunados en la dignidad de un cahíz de tierra que ha sabido erguirse frente a quienes pretendían tener a este Sur como reserva de tipos exóticos donde bajar de vez en cuando para divertirse.
De esa arcilla amasada por civilizaciones y fortalecida por la luz meridional han nacido nuestros filósofos y héroes particulares, cercanos y discretos, frescos y hondos como pozos de patio. Poseedores de tanta luminosidad creadora y tanta brillantez reveladora que optaron por la sencillez como mejor tamiz para no ser devorados por ellas; andaluces que las han aplicado a los oficios y artes a los que nos han obligado a dedicarnos en el Sur, haciéndolo de una manera tan genial que han elevado a las más altas cimas del pensamiento y la creación actividades consideradas residuales o propias de una chusma de charanga y pandereta. Cogieron aquello que tenían al alcance para utilizarlo como vehículo de expresión, y se dedicaron a trabajarlo de puertas hacia adentro de sus espíritus, sin aspavientos impostados, alejados del maldito tópico del andaluz como mono de feria que hace reír a los demás. Sacaron de su miseria su misión, convirtieron su introversión en el mejor taller, y ahí, en su interior, donde no hay lugar para la mentira, manejaron la luz que el azar o la divinidad les concedió desde la cuna para entregarla al resto de la humanidad transformada en las disciplinas artísticas que tenían a la mano.
Por eso, los filósofos del Sur, mis héroes vitales, son de todo menos filósofos de profesión. Son esas personas que me han convencido de que para ahondar en el misterio del ser humano y de su sentido en medio de la inmensidad del universo no hace falta escribir una summa philosophica ni tener una pronunciación perfectamente castellana. Es más, la mayoría de ellos han huido de la palabra, porque la luz, y su negación, la oscuridad, se muestran mejor con otros lenguajes. El andaluz luminoso suele ser tímido, opaco a los ojos de los demás, prefiere concentrar su luminosidad en la creación y vivir como le enseñaron sus ancestros, con la sencillez y la dignidad de un mendrugo de pan duro. Les da pereza explicar con palabras algo que saben contar perfectamente con sus manos, su cuerpo o su voz.
Enigmas al trasluz son estas guías espirituales que de vez en cuando nos nacen por el Sur. Misterios arremolinados en torno a sí mismos, introvertidos para excavar y sacar a flote intuiciones existenciales que sienten cosquillearles por los muros de su alma. Esos son mis héroes y mis filósofos de cabecera andaluces, y no me avergüenza decirlo aunque me tachen de trasnochado. Pero, ay, en mi panteón cada vez me quedan menos vivos, acabo de ver morir a otro de ellos, al genio cuyas manos eran movidas por la bravura del levante algecireño y la hondura dulce portuguesa. Ha sido para mí un filósofo, me ha enseñado a sentir la vida de otra manera tras escuchar su música, como también lo fue su amigo José. Paco de Lucía y Camarón fueron capaces de sublimar el arte flamenco hasta convertirlo en un lenguaje universal de dolor, gozo, alegría y angustia, entendible para cualquier ser humano. Dos genios, sombras hechas en luz, tímidos recalcitrantes, que filosofaron con las manos y la garganta sobre los abismos más insondables del hombre y la plenitud de la existencia. En una falseta de Paco cabe desde Platón a Sastre pasando por San Agustín y en un quejío de José están todos los dolores del mundo desde su creación.
Les admiro sin vergüenza, a ellos y a otros muchos andaluces que desterraron complejos para crear y filosofar con los mimbres de su Sur. Jamás deberíamos renegar de ellos, representan lo mejor de esta tierra sabia y sufridora. Son los custodios de ese espíritu de sombra hecha de luz y los intérpretes de este gran enigma al trasluz.