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Miércoles 15/05/2024  

De incógnito

Los dos mundos

Existe una foto maravillosa de Sao Paulo (Upsocl) en la que sólo un muro separa un barrio de lujo de una ladera llena de favelas. Brasil nos va a mostrar estos días los dos mundos que conviven en él...

Nos quedan unos días de mirar mucha pantalla viendo fútbol (y no siempre del bueno, aunque sea el Mundial) y mucha manifestación. Por mucho que las autoridades brasileñas se hayan esforzado en intentar parar las protestas de los miles de ciudadanos que ven en el Mundial una prueba del despilfarro frente a las necesidades básicas que exigen, vamos a tener muchos telediarios abriendo con las manifestaciones y cerrando con el deporte. O al contrario, porque todo depende de a qué se le quiera dar más importancia.

Brasil nos va a mostrar estos días los dos mundos que conviven en él. Los de aquellos que han apostado por la oportunidad que dicen será tanto el Mundial como la Olimpiadas de dentro de dos años, y los otros que rechazan de plano ver cómo las inversiones se destinan a tres semanas y se deja para mejor ocasión las verdaderas transformaciones que necesita el país.

Las favelas han convivido durante años en las grandes ciudades brasileñas como una muestra más que evidente de la realidad de uno de los países más ricos en recursos de la tierra y, a la vez, que más mal distribuida tienen su riqueza. Existe una foto maravillosa de Sao Paulo (Upsocl) en la que sólo un muro separa un barrio de lujo de una ladera llena de favelas, serpenteando por calles que en realidad son la huella de las escorrentías que dejan las lluvias. Ese contraste, que nos ha llamado la atención en muchas ocasiones, especialmente cuando se adentraban a tiros en busca de los narcos y salían en todos los telediarios, esa disparidad tan fuerte ya no se queda sólo en ‘Ciudad de Dios’, una de las películas más duras que las retratan.

El Mundial y las Olimpiadas han roto la coexistencia más o menos pacífica, más o menos controlada, del mundo de ricos y pobres en el que hasta ahora parecía separar Brasil. Pero no siempre las cenicientas están dispuestas a esperar a que venga su hada madrina con su magia para conocer a su príncipe azul. En estos tiempos, las despreciadas por las madrastras ya no sólo se conforman con ir al baile sino que quieren mucho más. Y tienen todo su derecho a dejar de ser las tontas del cuento.

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