Espero que muchos se pregunten a ver por qué esta columna va a ser benéfica. Que sólo leyendo el titular se pregunten en qué va a ser benéfico, cuánto será el beneficio y sobre todo a quién o quienes beneficiará. Porque seguro que en esta columna muchos se lo plantean, pero no lo hacen cuando por la calle ven un cartel o en la prensa leen una iniciativa benéfica o solidaria.
Curioso que se cuestione en qué es benéfica esta columna de hoy, y lo es en que espero que se abran los ojos para reparar de los abusos y de comportamientos que crean desconfianza entre los isleños.
Por la calle hay muchos carteles que anuncian actos benéficos de todo tipo, pero ¿dicen a quien va destinado el beneficio?, y lo mejor, ¿hay constancia de la entrega de los beneficios?.
Algunas hermandades y entidades si lo hacen público antes y después de la realización, mostrando el momento de la entrega. Pero otras, no sólo no ponen para quien va destinado los beneficios y si tampoco la entrega. Y es más, se habla de benéfico sin aclarar si todo es a beneficio, o beneficio es lo que sobre descontado los gastos.
Los obispos del Sur han determinado una serie de pautas acerca de los actos que se celebran en los templos, que ya trataré otro día, pero desde luego, deben abordar unas normas para que la palabra ‘benéfica’ figure en un cartel o acto de las hermandades. Debe existir una plena transparencia en todo lo que se realice de carácter benéfico, pues no se puede dar pie a la duda de que así es o será el acto.
Y sobre todo, no todo son víveres. Hay muchas formas de ser solidarios. Además, no se debe enmascarar como solidario un acto que no lo es.