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Sábado 20/04/2024  

De vuelta a Ítaca

Un ignorante catalán llamado Albert Rivera

El conocimiento de la Historia económica de Andalucía explica las razones del subdesarrollo andaluz, no la holgazanería de los andaluces

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  • Albert Rivera.

Todavía estoy intentando asimilar la última perla que el también último político catalán nos ha dedicado a los andaluces. Reconozco que no esperaba que un representante de la cara amable del nacionalismo español en Cataluña, pudiese parecerse tanto a uno de esos catalanistas xenófobos, dispuestos a echar la culpa de todos los males de Cataluña al tener que sostener con sus impuestos a vagos de regiones subdesarrolladas. Cosas de la política. A veces el subconsciente juega malas pasadas, y aunque después Rivera se retractase de sus palabras, lo que dijo está ahí, al alcance de cualquiera, y es que en la era de las nuevas tecnologías todo queda grabado, haciendo que dar marcha atrás en unas declaraciones sea un síntoma de cinismo vergonzante. Desde luego no se podía haber sido más torpe si lo que se pretendía hacer era conseguir votos. Albert Rivera llegó a Andalucía a hacer campaña y dijo que no quería darnos más pescado a los andaluces sino enseñarnos a pescar, como si la flota de Barbate -por seguir con la metáfora de la pesca-, estuviese atracada en el puerto porque nuestros pescadores prefiriesen vivir con ayudas de hambre en vez de salir a faenar.

A pesar de que soy andaluz yo no soy un vago. Generalmente los andaluces no lo somos, pero ese estereotipo parece haberse apoderado de nuestra imagen, así descrita a menudo por los oriundos de otras regiones más desarrolladas, que a veces olvidan la mano de obra emigrante que históricamente hemos exportado a sus regiones para encargarse de los trabajos más duros. Nada nuevo bajo el sol desde luego, en un país en que la mediocridad y la ignorancia parecen haberse apoderado de la clase política. Tal vez el señor Rivera, antes de haberse planteado venir a Andalucía, debería haber estudiado algo la historia económica de la región para comprender las causas de su subdesarrollo. A lo mejor, si hubiera hecho eso, habría aprendido que aquí no faltan pescadores que sepan hacer su trabajo, sino que más bien, nos sobra la gente que desde fuera nos han robado las cañas de pescar.

Así, si hubiese analizado tan sólo un poco nuestra historia, se habría dado cuenta de que la situación económica de Andalucía viene de lejos, y nada tiene que ver con la holgazanería de sus habitantes. La región sufre un subdesarrollo cuyos orígenes se encuentran en los inicios del capitalismo en España, un subdesarrollo vinculado funcionalmente al desarrollo de otras zonas, que convirtieron a Andalucía en colonia dentro de la propia España, con una economía dependiente del centro al que suministraba materias primas y mano de obra barata. El subdesarrollo pues, ha sido el papel que el estado español ha asignado históricamente a Andalucía dentro de una división regional del trabajo que impulsó el desarrollo de otras zonas -como su Cataluña-,  provocando nuestro atraso económico. Hoy, pasados ya muchos años de aquella apuesta, la estructura productiva andaluza sigue siendo subdesarrollada, y sigue descansando en empresas parasitarias que demuestran que no necesitamos que nos enseñen nada, sino una radical transformación política y económica; un cambio total de la estructura productiva que pasa ineludiblemente por la reindustrialización y modernización tecnológica de nuestra región.

Entiendo que para la mayoría de nuestros políticos entender todo esto cueste un poco, pues ellos son más de conspirar que de formarse. Pavor me causa pensar que nuestras generaciones futuras serán incluso peor, habida cuenta de la marginación que disciplinas como la Historia o la Economía están sufriendo en nuestros planes académicos. Yo sin embargo, en el fondo estoy contento, pues he encontrado una nueva utilidad al conocimiento histórico: evitar hacer el ridículo ante todos como lo ha hecho el señor Rivera, ese prohombre defensor de la patria española en Cataluña que, a la hora de la verdad, esconde el mismo retrógrado pensamiento que cualquier burgués catalán, la misma concepción de Andalucía que han abanderado siempre Artur Mas, Duran i Lleida o Jordi Pujol.

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