Aunque el delegado de Urbanismo, Juan Pedro Crisol, lo dejó bien claro en el pleno y lo ratificó ayer Casto Sánchez, al asegurar que no habrá recalificación de los terrenos que ocupa Vicasa si la multinacional francesa no construye una nueva fábrica y que lo único que se ha hecho es aplazar un año el convenio firmado en este sentido, lo cierto es que todos los grupos de la oposición municipal dejaron muy clara su lógica preocupación por el cada vez más incierto futuro de la fábrica de botellas. Y no les falta razón en sus críticas, ya que hay demasiados elementos encima de la mesa como para poder pensar que la empresa puede acabar yéndose de la ciudad, pero con los bolsillos bien repletos del pelotazo urbanístico que puede desarrollar en pleno centro de Jerez. Y lo hará si el Ayuntamiento no es capaz de actuar con el rigor que se le debería exigir, pero también con la responsabilidad que tiene con la ciudad, ya que, siendo objetivos, tampoco debe renunciar a poder recuperar un espacio privilegiado que va a permitir revitalizar una zona tan céntrica de Jerez y que actualmente está prácticamente desaprovechada por la presencia de la propia fábrica.
Un difícil problema, por tanto, con el que deberá lidiar el Ayuntamiento el próximo año, ya que lo único claro es que para 2010 el último horno que queda en funcionamiento se va a cerrar y con él la vida de la fábrica, como tampoco se puede obviar que los planes municipales iban centrados en instalar en este espacio la futura Ciudad de la Justicia y crear un centro intermodal con el tranvía, la estación de tren y la de los autobuses, además de zonas peatonales y viviendas de lujo, confeccionando un proyecto que tampoco se puede paralizar alegremente y de forma indefinida mientras se aclara el futuro de Vicasa.
Por todo esto, es comprensible la preocupación de la oposición, al margen de la presión política que puedan lograr contra el Gobierno municipal con estos ataques. Y por ello, el principal reto del Ayuntamiento en los próximos meses es conseguir conjugar sus intereses sobre los terrenos de la fábrica con el mantenimiento de una empresa, que genera cerca de 300 puestos de trabajo, y a la que no se le debería dejar ir con el pelotazo a cuestas y sin una apuesta de futuro para Jerez.