España, ese país en el que somos más papistas que mi propio tocayo también es más protestante que el mismo Lutero. Si hace frío, porque lo hace, si calor, porque no veas la que está cayendo, y si la temperatura es suave, porque no sabes que ponerte.La cuestión es tener por lo que protestar.
A pesar de que los Reyes Magos han vuelto a usar las vestiduras que Dios manda, tal y como dictan los Evangelios en su apartado de Corte y Confección, se alzaron voces criticando la ausencia de banderas de España, o la utilización política de unas fiestas que deberían tener como protagonistas a los niños. Obviamente, un mensaje tan poco cristiano como el de “Bienvenidos, refugiados” no pegaba ni con cola. Porque el nacimiento del Hijo de Dios, en un portal fuera de su hogar, siendo perseguidos tanto él como su familia, no tiene nada que ver con ese tipo de mensajes. No te lo perdonaré jamás, Herodes, jamás.
Yo estoy muy a favor de mantener las tradiciones y dejar de intentar inventar de nuevo la rueda; no hay nada como una cabalgata de toda la vida, con sus pastores portando viandas, sus camellos, su Pato Donald, su Pocoyo, su coro de brasileñas y su batucada. Ya basta de inventos, vamos a atenernos a lo que siempre se ha celebrado, como manda la tradición más conservadora: los Reyes Magos, la Semana Santa, sin que nos olvidemos de nuestro Papá Noel ni nuestro Halloween. Y ya puestos, recuperemos el Día de Acción de Gracias. Que no falte ni gloria.
A pesar de tanta polémica y discusión, debemos estar contentos y felices; sus majestades pudieron cumplir su labor y dejaron alegría y risas en cada uno de nuestros hogares. Afortunadamente, Melchor, Gaspar y Baltasar no necesitaron de los servicios del Sr. Trillo para organizar su travesía. Y con toda seguridad deben tener sus papeles en regla; de no haber sido así, sus majestuosas capas se habrían enganchado, sin duda, en alguna concertina.