Es cierto que hay una crisis económica muy grave que provoca problemas personales de muy difícil solución que a veces impide mirar más allá de uno mismo o su entorno, que los referentes ya no son unos ideales por los que luchar sino iconos mediáticos preparados especialmente para cada momento y que hasta la propia religión (entendida en todas sus vertientes) parece más un arma de guerra o política que una alternativa moral, pero la sociedad debe tener la capacidad de saber reaccionar, de ser consciente de que no puede estar eternamente mirando hacia otro lado o hacia sí misma y que debe tener no ya sólo un respeto hacia dolor ajeno, sino un respeto a la vida. Sólo así se evitaran imágenes como la de ayer o hechos tan lamentables como los de Baena.
Es cierto que hay una crisis económica muy grave que provoca problemas personales de muy difícil solución que a veces impide mirar más allá de uno mismo o su entorno, que los referentes ya no son unos ideales por los que luchar sino iconos mediáticos preparados especialmente para cada momento y que hasta la propia religión (entendida en todas sus vertientes) parece más un arma de guerra o política que una alternativa moral, pero la sociedad debe tener la capacidad de saber reaccionar, de ser consciente de que no puede estar eternamente mirando hacia otro lado o hacia sí misma y que debe tener no ya sólo un respeto hacia dolor ajeno, sino un respeto a la vida. Sólo así se evitaran imágenes como la de ayer o hechos tan lamentables como los de Baena.
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