Es primordial y más en nuestros días, tener un horario de actividades y otro de descanso. Un horario que debido al ritmo que nos marca esta sociedad desenfrenada, es casi inexistente. La realidad es que tendríamos que acoplarnos a los momentos de luz y oscuridad, como no, siendo flexibles en determinadas fechas.
Resumiendo: Nuestro cuerpo funciona cuando sale el sol y mengua cuando se pone. Observemos un instante con detenimiento; las horas de sueño que se recomiendan se establecen entre 6 y 8. Bien, si nos situamos en el mes de julio o agosto, el sol se pone aproximadamente a las 22.00h y sale sobre las 6.00h. ¿Qué tiempo ha transcurrido?; entre 7 u 8 horas.
La Naturaleza también nos dotó de relojes de pared. No olvidemos por otro lado nuestro reloj biológico. Diversas investigaciones realizadas a personas dentro de habitáculos sin referencias horarias ni luminosas, demostraban que sus cuerpos marcaban las horas de actividad y descanso coincidiendo con el horario común que utilizaban a diario en sus vidas cotidianas.
Hoy hablamos de... descansar
El desajuste horario puede desencadenar infinidad de problemas, tales como, insomnio, cefaleas, tensión muscular, problemas digestivos, etc... Solar y biológico se ajustan perfectamente. Como comentaba antes, hay que ser flexibles en cuanto a fechas señaladas o momentos especiales.
Ejemplo: Si normalmente nos levantamos a las 7:00h y nos acostamos a las 22:00 o 23:00h y una fecha o momento determinado hace que ese día nos acostemos a las 2:00h, tampoco pasa nada. “Buda decía que el Nirvana no se alcanzaba con la abstinencia sino con la moderación” de hay que su barriga fuese tan grande.
Hay un momento para la obligación y otro para la devoción.
Comprendo que a muchas personas esto les pueda parecer imposible, complicado o hasta inalcanzable.
Pero la verdad es otra bien distinta. Tan sólo debemos cambiar poco a poco nuestra forma de vida por una que nos aportará más beneficios. Querer es poder, algún día, si quisiésemos, podríamos cambiar el mundo.
Aprendiendo a comer
Cáscara sagrada, hojas de Sen, corteza de frángula, plantago, todas ellas son plantas para ejercer un efecto laxante en nuestro cuerpo, un efecto deseable en estreñimientos muy acusados o en un momento determinado de nuestras vidas en el que nos veamos muy apurados. Pero la realidad es bien distinta. Se suele abusar muchísimo de los laxantes, ya sean naturales o sintéticos, obviamente, el laxante sintético ejerce un efecto más agresivo y menos natural en el organismo. El caso es que no debería abusarse de los laxantes porque a la larga irritan el colon, volviendo al intestino demasiado vago, es decir, el movimiento peristáltico se perdería y sólo podríamos evacuar con laxantes. Se eliminaría nuestro tránsito intestinal normal, o en otras palabras, nos haríamos adictos al laxante, ya que sin el cual sería imposible dar de cuerpo.
Debemos evitar el estreñimiento llevando una dieta equilibrada rica en fibra, beber suficiente agua, alejarnos del estrés y del ritmo de vida acelerado siempre que podamos, y si no podemos, intentarlo al menos. Consumir más frutas y más verduras. Todo ello nos ayudará a tener un buen tránsito intestinal.
Consejo 1:
5.- Establecer nuestros horarios de comidas, ejercicio, etc... con cierta flexibilidad.
6.- Apreciar lo pequeño.
7.- Amar la vida.
Consejo 2:
8.- Entender que todo lo que nos sucede tiene un fin. (El tiempo nos hará creer ).
9.- Abandonar el odio y el rencor.
10.- Mirarnos como personas, respetar la igualdad, amarnos, y vivir.
Desde la montaña
Es cierto que la vida no es de color de rosa, como suele decirse, que sufrimos a veces, que a veces nos divertimos, que a veces reímos y lloramos... Pero todo forma parte del ciclo de la vida, todo encaja en la cadena del Universo.
Nos quejamos demasiado en muchas ocasiones, ¡qué calor hace!, ¡qué frío hace!, ¡qué mala suerte tengo!
Si nos parásemos a pensar que sin calor no disfrutaríamos del fresco y que sin frío no disfrutaríamos del calor, lo veríamos todo de otra manera. Todo se corresponde, lo blanco y lo negro, el frío y el calor, etc... Casi ninguno de nosotros se levanta cada mañana y da gracias por respirar, por sentir el aire fresco en los pulmones, por oler las flores, la brisa, el pan caliente, por sentir el Sol, el viento en la piel, tener a la persona que amamos cerca de nosotros, las risas con los amigos, la inocencia de un niño que vemos pasar por nuestro lado...
Esas pequeñas grandes cosas nos ayudarían a sentirnos mejor con nosotros mismos y con el mundo, tenemos que saber apreciarlas, vivirlas. Nuestra mente ganaría libertad, alegría, al igual que nuestro espíritu, así hasta afectar al lado físico de cada uno.
Apreciar, esa palabra tan en desuso en nuestro tiempo. Empatía, es decir, ponernos en el lado del otro. Apreciar y empatía, esas son las palabras que deberíamos de recordar cada día, tenerlas siempre presente en la mayoría de los casos.
Así que no olvidemos esas pequeñas grandes cosas de cada día en nuestras vidas, algo de agradecer por nuestra parte.