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El ojo de la aguja

Paisaje urbano

El paisaje urbano se halla siempre en una constante. Sorprendente y cambiante el ámbito callejero. Cruce en las calles del centro con el trajín de las prisas

Publicado: 26/04/2018 ·
13:00
· Actualizado: 26/04/2018 · 13:00
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Autor

Juan Bautista Mojarro

Mojarro es un veterano articulista onubense, escritor y poeta. Ha trabajado y colaborado con casi todos los diarios onubenses

El ojo de la aguja

Un viaje por el pasado de Huelva, sus barrios, sus personajes ilustres y anécdotas, además de sus reflexiones sobre el devenir de la sociedad

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Sales a la calle como cualquier otro día  y en tu caminar cedes la acera a otro viandante y pasas a la calzada. Por este gesto, ni una palabra, nada, con lo bien que se acatan las gracias en los adentros. Y es que en el paisaje urbano se halla siempre en una constante. Sorprendente y cambiante el ámbito callejero. Cruce en las calles del centro de Huelva con el trajín de las prisas y los pensamientos encadenados en su orden de salida. Otros, en la cafetería hablan pausados, sentados al sol del buen tiempo. Saludando con la mano al que pasa, moviéndola a su manera al aire salinero que los lleva y nos lleva, sin poder detenerlo.

Rostros de amigos y conocidos que ya no saludamos y que se presentan con las últimas imágenes en su lugar como si fuese en ese mismo momento. Calles del centro, cada vez los de nuestra generación somos menos, por eso, cuando vemos en la Placeta a Ramírez -¡qué gran extremo del Recre!- con sus dolores a cuesta, torpemente andando,  me agranda y me desborda su encuentro. A Miguel Ortiz, que jugó de central, también en el Recreativo; a Pepe Eugenio, con todos los remedios para arreglar al equipo de sus sueños. A Santos Gallego, hijo de un mítico delantero centro del Onuba, Gallego,  cuando jugaba en el Velódromo.

Los cuento con los dedos de la mano. No obstante, sí hallo en las calles del centro, sobre todo los lunes, diferente callejear y movimiento. Son otros rostros, los de la provincia, que llegan a la capital para sus asuntos con Hacienda, Seguridad Social, de compras,  o a los hospitales, que ya esto es peor. Y los conozco por la tendencia del olfato y el saber que tenía de ellos el académico de Rociana Odón Betanzos Palacios, cuando llegaba de Nueva York y callejeábamos por Huelva. Yo le acompañaba, primero a comprar la lotería que luego me dejaba antes de irse a EEUU porque decía “tú tienes más suerte que yo”. Luego a visitar la peluquería de César para arreglarse el cabello, y  finalmente terminar en el Café Central, rematando la mañana con café con churros de papa y masa sobre un papel de estraza rociado de un salpicón de azúcar.

Aprendí de Odón Betanzos durante el intercambio de un epistolario de catorce años, a pulso y letra, que conservo como oro en paño. Aprendí en persona, callejeando y hablando, que es como más cristalina se oye la palabra. Y de su propia voz fui conociendo los perfiles de los muchos paisanos de la provincia  de Huelva en el conjuro de los distintos y diferentes vocablos en el  aire, con sus tonalidades, en acentos del habla y andares. Paisaje urbano de las calles del centro de Huelva, que hoy pinta de otra manera, cambiante, cíclicamente distinta y obligadamente por naturaleza.

 

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