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“No se tratan de embriones o fetos, nasciturus o abortos; son nuestros hijos”

Matrioskas y la profesora Olga Paloma defienden buenas prácticas para atender adecuadamente a las familias que pierden a sus bebés en el embarazo o el parto

  • Inauguración en Cádiz del memorial en honor a los bebés que fallecen en la gestación o al poco de nacer. -

Hace unos diez años, Aroa Vaello asistió como residente a un parto en el que el bebé, de unas 24 semanas, nació con vida, pero condenado a morir. La matrona llevó el cuerpo del pequeño a una sala, donde permaneció cubierto hasta exhalar el último suspiro cubierto de una sábana. “Me quedé petrificada”, recuerda, “pensé que era cruel”. Una vez finalizada su formación y con un contrato bajo el brazo afrontó, en el Hospital de Jerez, un episodio similar. En esta ocasión, fueron unos gemelos, también prematuros e igualmente sin posibilidad de sobrevivir. Aroa Vaello decidió entonces pedir a una compañera que finalizara el parto y estuvo con los dos bebés hasta su último minuto, acompañándolos, dándoles calor.

De regreso a casa, frustrada porque durante los años de enseñanza nadie le había explicado cómo abordar estas situaciones y, en el ejercicio de su profesión, tampoco contaba con las herramientas necesarias, decidió que destinaría su carrera a ofrecer la respuesta adecuada a las familias que afrontan la pérdida perinatal.

En su camino, se cruzó con Olga Paloma, profesora de la Universidad de Cádiz (UCA) y responsable de la investigación estratégica para el abordaje de la muerte gestacional y neonatal, que inició, también hace unos diez años, los estudios en este ámbito. “La pérdida perinatal es un tema tabú a nivel profesional y hay pocos hospitales españoles que tengan establecidas pautas de actuación”, apunta. Sin embargo, “se trata de una de las experiencias más difíciles que unos padres pueden vivir; con la muerte del bebé se pierden no solo proyectos de futuro, sino una serie de promesas y expectativas”, añade.

Al margen de si esta se produce poco después de nacer o en las primeras semanas, advierten. De hecho, tanto Aroa Vaello como Olga Paloma coinciden en que hay cuatro grupos escenarios especialmente sensibles a un duelo problemático, de acuerdo a la experiencia y, también, a las investigaciones realizadas. Por un lado, aquellas pérdidas que se producen en el primer trimestre, dado que lo habitual es que, tanto profesionales como entorno, minimicen el dolor con expresiones insensibles del tipo “mujer legrada, mujer embarada”; quienes sufren embarazos ectópicos, porque la atención se centra en las posibles consecuencias en la capacidad reproductiva en lugar de atender la tristeza de quien lo padece; las parejas que se someten a tratamientos de reproducción asistida; y, finalmente, los casos de interrupción del embarazo por dificultades antes de las 20 semanas, que generan complejo de culpa.

Aroa Vaello dio un paso más al constituir en 2019 la Asociación Matrioskas de apoyo al duelo gestacional, perinatal y neonatal en la provincia de Cádiz. Olga Palomo, por su parte, continúa con sus estudios y ultima una guía para la planificación anticipada de los cuidados ante la muerte gestacional que parte de los conocimientos adquiridos a partir de una investigación realizada con los profesionales del Área Materno-Infantil, del Bloque Quirírgico y de la Unidad Especial del Hospital de Montilla, en Córdoba.

Al término de la misma, la profesora universitaria apuntó un buen número de buenas prácticas, entre las que se halla la disposición por parte del centro hospitalario de una política por escrito relativa al buen trato y un protocolo específico de atención. Además, es recomendable que la gestante cuente con su matrona responsable, para que le proporcione cuidados personalizados y una enfermera responsable, así como que el ginecólogo informe de forma comprensible y empática de las opciones de las que dispone en caso de aborto espontáneo o durante el parto de un feto muerto.

El documento incide en la necesidad de extremar el ambiente, que ha de ser tranquilo, íntimo y sosegado, con habitaciones individuales, en la medida de lo posible, y alejadas de otras en las que haya familias con bebés recién nacidos y, muy especialmente de acordar con los padres, con naturalidad y respeto, la manera que quieren los padres de recibir y despedir a su bebé y ponerle un nombre. De hecho, los profesionales son partidarios de asignar una habitación de despedida donde los padres se puedan reunir para conocer a su hijo y despedirlo, abrazarlo, sacarle alguna fotografía, tener recuerdos y pasar tiempo con él, e incluso practicar algún ritual que tenga en cuenta sus necesidades culturales y/o espirituales.

El objetivo, en definitiva, es que el dolor no sea silenciado, y que los padres sientan, con sus familiares y los profesionales, que no se tratan de embriones o fetos, nasciturus o abortos, sino de hijos que antes de nada fueron concebidos en su imaginación.

La ciudad de Cádiz cuenta ahora con un memorial en el Parque Genovés

La ciudad de Cádiz cuenta desde esta semana  con un memorial en honor a los bebés que fallecen durante la gestación o al poco de nacer enclavado en pleno corazón del emblemático Parque Genovés gracias a la colaboración entre las administraciones y las entidades sociales en un proyecto que ha impulsado en los últimos tres años el Colegio  de Enfermería de Cádiz.  El monumento representa a una mariposa posada dulcemente sobre una columna rodeada de bancos y próxima a un frondoso laurel de indias, donde el blanco, que representa la inocencia,  la pureza y la paz, crean un espacio que invita a vivir el duelo libremente.

 

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