Cádiz vuelve a despedir con abrazos al Juan Sebastián Elcano tras dos años de Covid

Publicado: 14/01/2023
El buque-escuela inicia su 95 crucero de instrucción con la 16 circunnavegación de Suramérica, escalas en 11 puertos de 7 países y 18.000 millas en 6 meses
El penetrante olor a pólvora de las salvas y la alegría desbordante por el inicio de la aventura, teñida, no obstante, de la tristeza de la separación, fueron especialmente intensos en la despedida que dispensó Cádiz hoy al buque escuela Juan Sebastián de Elcano. La dotación de la embarcación, los guardiamarinas y sus familiares, y las autoridades civiles y militares llevaban el rostro descubierto, no guardaban distancia de seguridad y, al fin, después de dos años de pandemia, los protagonistas del 95 crucero de instrucción pudieron tomar tierra  para un último abrazo antes de volver a embarcar para partir definitivamente.

“Es lo más reseñable”, apuntaba Carlos Ameyugo Fernández del Campo, oficial de información pública del bergantín-goleta, mientras cabeceaba en dirección a los jóvenes pulcramente uniformados que intercambiaban besos, regalos, fotografías, tiernas miradas, promesas, con sus padres y sus madres, sus novias, sus esposos, algún niño. “Se agradece”, insistió Ameguyo Fernández del Campo, quien, además, de recordar que dotación y la tripulación sigue un estricto régimen de vacunas y está preparado el protocolo ante rebrote o nueva cepa, se felicitó porque la ciudad haya podido visitar otra vez el buque-escuela en dos jornadas con mucho público

El Juan Sebastián de Elcano afronta un crucero “estándar”, tras los tres últimos con los que la Armada rendía homenaje al quinto centenario de la vuelta al mundo. De este modo, el responsable de información pública remarcó que está prevista la 16 circunnavegación de Suramérica, atracando en once puertos de siete países. Concretamente, hará escala en Santa Cruz de Tenerife, Buenos Aires (Argentina), Punta Arenas (Chile), El Callao (Perú), Puerto Limón (Costa Rica), Cartagena de Indias (Colombia), Pensacola y Nueva York (Estados Unidos), Marín y de nuevo Cádiz, lugar en el que está previsto su llegada el 21 de julio, tras más de 18.000 millas, 143 días de mar y otros 41 de estancias.

“Conocer un montón de lugares diversos del mundo que son increíbles” es, no en vano, una de las principales motivaciones de los guardiamarinas. Alejandro de la Fuente, vallisoletano, no podía ocultar “la ilusión y las ganas de surcar los mares” durante los próximos seis meses. En su primer crucero, la despedida “fue emotiva”.

La peor parte se la llevan los que se quedan, a tenor de los testimonios recogidos en el muelle. “Ella se va muy feliz, pero a mí me deja hecha polvo”, admitía María, malagueña, cuya hija, Eva, agitaba su gorra desde cubierta sonriente. “Es un orgullo, por supuesto, pero lo paso fatal”, reiteraba con los ojos llorosos y un hilo de voz.

Los padres de otro joven de 29 años, Juan Carlos y Milagro, jerezanos, se preguntaban si podrían mantener contacto frecuente y fluido con su hijo, que vive la aventura por primera vez. “Lo veremos sobre la marcha”, agregaron, para añadir después que la hermana trabaja en Madrid. Sonrieron cuando se les dio ánimo para encarar el síndrome del nido vacío.

Para Hortensia, el crucero tiene, además, un valioso valor sentimental, dado que Lola Caminero cumple con la voluntad del padre, fallecido, que no pudo embarcar en vida. De estirpe militar, gallega de procedencia, residente en la localidad vecina de San Fernando, la jornada estuvo marcada por el orgullo y hasta se le escapó un suspiro cuando confesó que a ella misma le habría gustado estar en la piel de su hija. “Pero se me pasó el arroz...”, bromeó.

Tras el “larga a todo”, las 167 personas de dotación y los 74 guardiamarinas se despidieron ya desde la distancia, y los familiares, una vez perdido de vista el bergantín-goleta, se dispersaron lentamente, repasando las últimas anécdotas antes de separarse, impresionados por el desarrollo del acto, en el que la tradición centenaria de la Armada se hace presente con la presencia del páter, la petición de protección divina, y los tripulantes en los mástiles, la Salve Marinera interpretada por la Coral de la Universidad de Cádiz.

Numerosas embarcaciones de recreo acompañaron al Juan Sebastián de Elcano mientras salía del muelle a motor y después desplegando su reconocible velamen en todo el mundo tras décadas como el mejor embajador de España en el mundo.

 

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