Así lo ha denunciado Médicos Sin Fronteras (MSF) en el informe "No es momento de rendirse: crisis en la financiación de la lucha contra el sida en África", presentado hoy con vistas a la Conferencia Internacional de Sida, que se celebrará en Viena del 18 al 23 de julio.
El informe se basa en análisis realizados en Malaui, Mozambique, Zimbabue, Sudáfrica, Lesoto, Kenia, Uganda y República Democrática del Congo, con el fin de ilustrar en qué medida, en el último año y medio las principales instituciones financiadoras han congelado o reducido sus aportaciones.
Así, el Plan Presidencial de Emergencia de Respuesta al Sida (PEPFAR), de Estados Unidos; el Banco Mundial, el Fondo Internacional para la Compra de Medicamentos (UNITAD), creado por Naciones Unidas; y parte de los donantes del Fondo Mundial para la Lucha contra el Sida han decidido congelar, reducir o retirar sus aportaciones a los programas de tratamiento del VIH.
La presidenta de MSF España, Ana Farias, ha destacado el hecho de que de momento no se hayan anunciado recortes en España, quinto país financiador en la lucha contra el sida.
El estudio confirma que la reducción de la financiación ya está frenando la incorporación de nuevos pacientes a los programas de tratamiento y supondrá una condena a muerte para millones de enfermos.
Ana Zarategui, coordinadora médica de MSF, ha puesto de relieve que dos tercios de todas las personas seropositivas del planeta viven en el África subsahariana y que en un 75 por ciento dependen de la financiación exterior.
A finales de 2008, 4,5 millones de enfermos recibían tratamiento con antirretrovirales y de ellos, la mitad eran pacientes que lo necesitaban de forma urgente.
La tasa de prevalencia del VIH ha superado el 20 por ciento en algunos países africanos y en 2008, prácticamente tres de cada cuatro muertes por sida en el mundo se produjeron en África del sur.
La presidenta de MSF España ha señalado que la incertidumbre y la inestabilidad de la financiación de los donantes han frenado la incorporación de nuevos pacientes a los programas de tratamiento y amenazan a medio y largo plazo el suministro de medicamentos.
Esto se produce, además, en un momento en que la Organización Mundial de la Salud (OMS) acaba de aprobar un cambio en los protocolos de tratamiento para que se inicien de forma más precoz.
Zarategui ha advertido de que la retirada de donantes alterará las características de la epidemia, con un incremento del número de pacientes en busca de atención sanitaria y un aumento de la mortalidad, reproduciéndose el escenario de hace unos años cuando los enfermos eran "como apestados" y el tratamiento se racionaba entre unos pocos afortunados.
Los pacientes tendrán que esperar más tiempo antes de iniciar la terapia, corriendo el peligro de morir antes de acceder a los medicamentos que les pueden salvar la vida.
Además, los enfermos podrían empezar a compartir sus fármacos, con la consiguiente reducción de las dosis y el aumento del riesgo de transmisión y resistencia del virus; y se producirá un aumento de la incidencia de enfermedades relacionadas con el sida, como la tuberculosis.
Las consecuencias ya se están viendo sobre el terreno y, por ejemplo, PAPFAR, uno de los donantes clave, que ha congelado su financiación para el periodo 2009-2014, ya ha dado instrucciones para que no se admitan nuevos pacientes a no ser que se produzca una baja.
La terapia con antirretrovirales es de por vida, lo que significa que el número de pacientes en tratamiento aumenta de forma acumulativa cada año y ello requiere cada vez más fondos,
Farias ha subrayado que se empieza a considerar el sida como "una no emergencia" y ha pedido no olvidar que la lucha contra esta enfermedad se inició como una reacción ante la injusticia que suponen muertes y sufrimientos innecesarios teniendo los medios para evitarlo