Primero fue un delito contra la Seguridad del Tráfico, luego el robo de un vehículo, más tarde un robo con fuerza, al poco tiempo otro robo y otro más, y cada vez con más violencia. Hasta diez antecedentes acumulaba Juan Manuel Jiménez Sánchez en su historial delictivo antes de presuntamente apuñalar y causarle la muerte a Loli Amaya, la joven conileña de 25 años que trabajaba en una colchonería de Chiclana. Cuando se cumple un año de la muerte de Loli, el novio de la joven, Eladio Martínez, no tiene dudas de qué responder cuando se le pregunta si la muerte de Loli se podría haber evitado. Responde rotundamente. “Sí. El asesino debió ingresar mucho antes en la cárcel. Algo en el sistema está fallando”.
Se cumple un año sin Loli. La primera pregunta es obligada, ¿cómo se encuentra?
–Destrozado. Yo personalmente estoy igual de hundido que el 15 de febrero del año pasado, el día después de que ocurriera todo. Intento tirar para delante, pero sigo levantándome todos los días pensando en Loli y echándole de menos a cada minuto. Ella era mi vida. Me levantaba con ella, comía con ella, iba a recogerla todos los días al trabajo...
Eran una pareja muy unida, ¿no es así?
–Mucho. Llevábamos diez años de novios, y tres de ellos viviendo juntos. Para mí es toda una vida juntos, porque ella tenía 15 años y yo 19 cuando empezamos. Teníamos muchos planes de futuro, entre ellos tener hijos, pero un desalmado acabó con todo eso. La casa que compartía con ella la he tenido que vender porque no podía vivir allí, eran demasiados recuerdos. Me he ido a vivir con mis padres a intentar empezar de nuevo, pero me parece imposible. El recuerdo de Loli sigue muy presente. A diario miro sus fotos. Todavía no me creo lo que ha pasado.
¿Cómo recuerda aquel trágico 14 de febrero de 2008?
–Lo tengo grabado a fuego. Esto no se olvida nunca. Yo fui a recogerla al trabajo para ir a cenar por el Día de los Enamorados. Llegué poco antes de las nueve a la colchonería y me encontré a Loli en el suelo y a mucha gente a su alrededor. Al principio pensé que se había desmayado porque a veces se le bajaba el azúcar y le daban mareos. Cuando me dijeron que le habían pegado una puñalada me vine abajo. El 112 venía de camino y yo llamé a mi padre. Nadie quería decirme la verdad, pero yo vi que la doctora de la ambulancia tras atenderla movió la cabeza diciendo que no. Entonces le dije a mi padre: ‘Por favor, dime qué le pasa a Loli, por favor dímelo’. Me contó la verdad y me derrumbé. No he vuelto a pasar por la calle de la colchonería desde aquello. Soy incapaz, me pongo a temblar.
¿En qué punto se encuentra actualmente el caso?
–Estamos esperando el juicio. No entendemos por qué no se celebra de una vez. Tienen al asesino, que además lo confesó, tienen la ropa de él con sangre de Loli, tienen el cuchillo... ¿qué más pruebas faltan?
Agilizar la Justicia es precisamente uno de los objetivos por los que se constituyó la Plataforma Loli Amaya
–Así es. Desde la Plataforma estamos luchando para que se agilicen las instrucciones judiciales y el asesino de Loli sea sometido a juicio en el menor plazo posible. No se puede tener a toda una familia en suspenso, con esta incertidumbre. Ya tenemos bastante con haber sufrido esta desgracia. Nuestra herida no podrá comenzar a curarse hasta que no se haga justicia. Desde la Plataforma también luchamos para que el asesino cumpla la pena íntegra. Llevamos recogidas unas 200.000 firmas y nos hacen falta 500.000 para intentar al menos cambiar la Ley. Sabemos que es difícil alcanzar las 500.000 firmas pero, de momento, no vamos a decaer.
¿Se han sentido apoyados en esa lucha?
–Por los ciudadanos en general mucho, pero por los políticos, poco o nada. La ciudadanía sí se ha volcado porque este suceso ha calado en la población, sobre todo en Chiclana y Conil donde Loli era muy conocida.
¿Qué es lo que más le ha decepcionado durante este año?
–La actitud de algunos políticos y responsables de centros comerciales. El alcalde de Torrox no nos dio permiso para que recogiésemos firmas porque estaban en fiestas y eso podría poner triste a la gente. Algunos centros comerciales tampoco nos han dejado. Nunca imaginé que pudiera haber gente tan poco solidario.
¿Qué le diría al asesino confeso de Loli si lo tuviera cara a cara?
–Prefiero no encontrármelo, porque no sé como reaccionaría. Mi esperanza es no tener que encontrármelo nunca. Para eso estamos luchando. Si me lo encuentro algún día en la calle será porque todo lo que hemos luchado no ha dado sus frutos.
¿Qué le parecería que finalmente se aceptara que el asesino padece algún tipo de trastorno como se plantea y eso le rebajase la pena o acabara en un centro de internamiento psiquiátrico?
–Me parecería fatal, como si me mataran a otro familiar. Él tiene que estar en la cárcel y no con tele de plasma, Play Station, gimnasio y piscina, como sé que ocurre. Debe estar recluido sin ningún tipo de privilegio. Porque de no ser así, saldría muy barato robar y matar en España.
Una de las defensas que podrían plantearse es que actuó bajo los efectos de alguna sustancia estupefaciente, ¿qué le diría al abogado defensor?
–Yo entiendo que él está haciendo su trabajo, pero sí le recordaría que está defendiendo a un asesino. Y al pretender que le rebajen la pena está poniendo en peligro a mucha gente, incluso a su propia familia, a su hija si tiene. No se debería considerar un atenuante el consumo de sustancias. La ley se debería cambiar porque muchos delincuentes se agarran a eso para salir antes de la cárcel.
¿Confía en la Justicia?
–Yo personalmente poco, casi nada. Hace falta una reforma bastante importante.
El presunto asesino de Loli tenía una decena de detenciones anteriores, ¿ha pensado alguna vez que se podría haber evitado la muerte de Loli si el peso de la Justicia hubiera caído antes sobre él?
–Muchas veces. No se puede consentir que una persona con los antecedentes que este asesino tenía estuviese en la calle. Si hubiera habido mano dura desde el principio, y la Justicia hubiera actuado antes, a lo mejor Loli estaría ahora mismo tomando café con nosotros. Este tío -en referencia al asesino- ha estado haciendo fechorías durante años, pero alguien debió pensar que sus delitos no tenían importancia. Al principio robaba en kioscos, en coches, prendió fuego a un calabozo, y así fue a más y a más. Pero seguía en la calle.¿En qué cabeza cabe que llevara un cuchillo enorme para robarle a una chavala?
Tras la muerte de Loli fueron muchas las personas que se echaron a la calle pidiendo mayor seguridad, ¿cree que Chiclana es una ciudad insegura?
–No, no lo creo. Pienso que lo ocurrido fue un hecho puntual y estamos satisfechos con la actuación de las Fuerzas de Seguridad. No creo que Chiclana esté mal vigilada. Es cierto que siempre es bueno que haya más policías en la calle pero no creo que esa sea la causa de lo que ocurrió.
El primer abogado que tuvo la familia habló de la posibilidad de iniciar acciones contra la colchonería porque Loli trabajaba más horas de lo que figuraba en contrato, ¿siguen adelante con esa idea?
–No. El primer abogado que tuvimos metió la pata y sacó esa noticia en la prensa pero no es cierto. No se ha emprendido ninguna medida contra la colchonería.
¿Acudirá al juicio cuando se celebre?
–Si se celebrase mañana y con el asesino delante, no, porque no me encuentro con fuerzas de encontrármelo.