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Los murales que dan luz a la ciudad

Antoni Gabarre lleva décadas haciendo murales que reivindican una vuelta a los orígenes del poblado de Sancti petri

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  • Murales con esencia -

Antoni Gabarre lleva más de cinco décadas reivindicando el arte en las paredes. Comenzó durante la dictadura, en su tierra natal, Barcelona. “Solía ser el primero al  que cogía la Policía en aquella época. Empecé a hacer grandes pintadas, y me sentía muy cómodo. Cuando entramos en democracia comencé con mis primeros murales solidarios”. De aquello, han pasado décadas, pero Gabarre jamás se bajó de su andamio. “Ahora en marzo vuelvo a Barcelona porque el Ayuntamiento de la ciudad me ha pedido que restaure los murales de cerámica que hice en los 70 y 80. Soy el único artista que sigue en activo de esa época”.

Pero ni su arte ni sus mensajes reivindicativos se quedaron anclados en Cataluña. Gabarre se quedó prendado de “la magia de Sacti Petri”, y el poblado así lo hizo con su pintura. De aquellas primeras pintadas en las fachadas de casas de arena y sal, han pasado 37 años, tiempo en el que el artista no ha hecho más que seguir con su labor de embellecer el municipio y alzar la voz para que “el poblado de Sacti Petri fuese del pueblo”.

Cuando en 1985 Gabarre desembarcó en Andalucía, aún estaban los militares en Sacti Petri, y “a un grupo de personas y a mí nos llegaba al alma cómo estaba aquello, por eso comenzamos con las pintadas, las hacíamos para reivindicar que aquel sitio debía ser de los vecinos, de los ciudadanos. Comencé con esa cruzada desinteresadamente, como hasta ahora”. Gabarre plasmó atunes, ballenas, tortugas, medusas, todo lo que el poblado le inspiraba. “Los niños cuando los veían les encantaban, incluso les servía de photocall”.

El último que hizo el pasado año fue en el colegio de La Barrosa, pero no es el único que adorna a la localidad, también los dedicado a la mujer son obra de Gabarre, y no solo los que plasma en muros exteriores, de Gabarre también se pueden encontrar pinturas en patios y muchas casas de la localidad.

Si a este artista, que podría estar sacado de una canción del cantautor Ismael serrano, por aquello de “antes de rendirnos fuimos eternos”, y su lucha por devolver la esencia del poblado marinero a Sacti Patri, se le pregunta por su mural favorito, él responde de forma clara, “cuando estuve en la India me enseñaron a desapegarme de las cosas materiales. Hay una parte de espiritualidad en los murales, pero cuando termino uno, hago un chasquido con los dedos y me desapego, y voy a por otro. Son paredes públicas que no me pertenecen, no tengo ningún derecho a ponerme a defender ese muro, es como si un cantante canta delante del Ayuntamiento, la canción sale y vuela, y ya está”.

Gabarre asegura que “desgraciadamente hay muchas administraciones con complejos”. “Me ha pasado muchas veces con mi arte; por ejemplo, fui a hacer un mural en una fachada del Museo de los Relojes, y me dijo el concejal de Cultura que eso era un sacrilegio, yo le dije que en un pueblecito de Italia, en una ciudad medieval de menos de 400 habitantes, había un programa en el que los artistas de forma organizada  pintaban las murallas del pueblo. Hay que quitarse el complejo y dejar que el arte ocupe la ciudad, ¿por qué todo tiene que ser blanco?, se puede hacer una obra que hable del patrimonio, de la naturaleza del arte local”.

Recuerda como en la Barcelona de los años ochenta la ciudad abría las puertas a los artistas y pintaban las estaciones de metro. “Hay que dejar el miedo a un lado y dejar que el arte fluya”.

Gabarre seguirá en sus andamios, continuará “dando  oportunidades a nuevos artistas que las administraciones no dejan trabajar”, porque “no somos unos gamberros”, pero lo más importante, este artista catalán seguirá yendo rigurosamente al poblado a, “desinteresadamente y sin llevarme nada, seguir plasmando sus sentimientos en las casas de sal”.

 

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