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CinemaScope

‘La niebla y la doncella’: Turbulencias

Tiene un arranque potente y prometedor, pero… poco más...

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'La niebla y la doncella’-adaptación al cine de la tercera novela de la popular saga de Bevilacqua y Chamorro y segunda vez que se hace lo propio con estos personajes del escritor Lorenzo Silva,  tras ‘El alquimista impaciente’(2002) de Patricia Ferreira- es el debut cinematográfico del guionista Andrés M. Koppel.

104 minutos de metraje. La escribe el propio realizador. Tiene una hermosa y sugerente fotografía de Álvaro Gutiérrez. Tiene un reparto, en principio, muy atractivo en el que destacan Quim Gutiérrez, Verónica Echegui, Aura Garrido, Roberto Álamo y Marian Álvarez, cuyas interpretaciones se comentarán luego. Tiene una historia que remite a la reapertura de un caso, con oscuras implicaciones, tres años después, para cuya resolución solicitan al sargento y a la cabo. Tiene un arranque potente y prometedor, pero… poco más.

Porque puede destacarse tan solo la belleza, tan lírica como inquietante, del paisaje de La Gomera como un elemento dramático más pero que, vacía de contenido salvo en un par de secuencias, se ve lamentablemente desaprovechada.

Porque su guión hace aguas por todas partes, siendo enrevesado, confuso, disperso y superficial, pese a sus pretensiones y subrayados. Porque su puesta en escena y dirección son rutinarias y banales, desaprovechando lastimosamente las posibilidades de su material literario de partida. Porque los elementos que la habitan restan y no suman, dividen y no multiplican.

Porque está muy mal interpretada en general, no hay química, ni convicción, ni credibilidad alguna en los personajes o en sus interacciones. Y esto se aplica a todo el reparto, con la única excepción de algunos momentos de Aura Garrido, aquí marginada en beneficio de Verónica Echegui, y otros de Sanny van Heteren. La mencionada Echegui, Quim Gutiérrez, Marian Álvarex y hasta Roberto Álamo dejan, por ser generosos, bastante que desear, pese a sus probados talentos.

La pelota, en sus tejados. Escrito queda.

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