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El fútbol directo del Levante y el control del Rayo no dieron para más

De inicio, ambos equipos respondieron a lo esperado antes del encuentro, ya que el Levante buscó la contención y la contra, mientras que el Rayo manejó más el balón y trató de hacer un fútbol trenzado

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El fútbol directo practicado por el Levante y el control del juego del Rayo Vallecano no dieron más que para un empate sin goles en un encuentro discreto, en el que el marcador final respondió al equilibrio de fuerzas que hubo sobre el terreno de juego.

De inicio, ambos equipos respondieron a lo esperado antes del encuentro, ya que el Levante buscó la contención y la contra, mientras que el Rayo manejó más el balón y trató de hacer un fútbol trenzado.

La dinámica de unos y otros propició una primera mitad nivelada, con un par de ocasiones claras para cada equipo. Barral en un remate de cabeza y en un mano a mano que desbarató Rubén pudo marcar para el equipo valenciano. Un balón al poste y una falta que rechazó Navas en tiros de Trashorras fueron las opciones más claras para el conjunto madrileño.

Pese a la igualdad y la intensidad puesta por unos y otros, el partido no era brillante, ya que el Levante partía como premisa inicial de la necesidad de no recibir ningún gol y el Rayo, aunque no se replegó, tampoco tuvo claridad en sus aproximaciones a la meta del equipo local.

En los primeros minutos del segundo tiempo, el Rayo incrementó su control del juego, con más acercamientos a la portería del Levante, pero sin crear peligro ante un rival que se mostraba cómodo sin la obligación de llevar la iniciativa en el juego.

El partido estaba marcado por las constantes interrupciones por faltas y por las imprecisiones y pérdidas de balón, sobre todo en ataque.

Por ello, al cuarto de hora del segundo tiempo, ambos técnicos habían movido el banquillo. Rubén y Babá saltaron al campo para dar más profundidad al Levante y la misma intención mostró el Rayo con la entrada de Lass y Bueno.

Ninguno de los cambios dio su fruto y a medida que avanzó el encuentro, el juego se tornó más anodino, ya que ninguno de los jugadores a nivel individual, ni los equipos de forma colectiva, parecían tener su día.

En ese escenario, parecía importante no perder, lo que no impidió que Paco Jémez, técnico del equipo madrileño, buscara la altura del debutante Longo en los minutos finales del encuentro, con lo que demostró que no renunciaba a ganar.

Sin embargo, a cinco minutos del final, Rubén desvió un remate peligroso de Barral en la que era la primera ocasión del equipo de Joaquín Caparrós en el segundo periodo.

Los últimos minutos fueron emocionantes por el resultado, con alternativas ante ambas porterías a balón parado, pero sin elaboración alguna en las jugadas, lo que impidió que se moviera el marcador.

La igualada reflejó lo visto a lo largo de los noventa minutos de un partido en el que la victoria de uno u otro habría sido un premio excesivo, pero la derrota también un castigo grande.

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