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Turismo de lujo

No pretendo que Sevilla se convierta en Montecarlo, pero corremos el riesgo de convertirnos en Benidorm...

Publicado: 16/05/2018 ·
22:58
· Actualizado: 16/05/2018 · 22:58
Autor

Miguel Andréu

Miguel Andréu es comunicador y escritor. Actualmente, director de Andréu Comunicación

El Jueves

Este blog aborda temas generales de actualidad, preferentemente de interés local en Sevilla

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Esta semana se ha conocido la intención del Consorcio de Turismo del Ayuntamiento de Sevilla de abordar una nueva línea de trabajo que puede ser muy acertada para nuestra ciudad, en cuanto a beneficios económicos y de imagen pública cara al exterior, eso que hemos venido a llamar en otras ocasiones la “publicidad gratuita” que nos hacen aquellos que nos visitan y quedan  satisfechos con lo que han encontrado en el destino. Esa nueva línea de trabajo, a la que ya se han sumado un importante número de empresas, está destinada a captar turistas de alto nivel adquisitivo, el llamado turismo de lujo.

Una guía que reúna toda la oferta que la ciudad ofrece será uno de los soportes de esta estrategia, aprovechando que ahora el destino “Sevilla” disfruta de una popularidad que no tenía desde aquellos ya lejanos tiempos del 92, cuando la ciudad se nos llenaba de uno de los mejores segmentos que entonces existían: el turismo de negocios, o dicho para los no iniciados, el turismo de los grandes congresos. Aquellos eventos que recalaron en nuestra ciudad, con las cifras astronómicas de cinco o seis mil congresistas más acompañantes, algo que sólo nos queda en la memoria de unos pocos.

El segmento del turismo de lujo no ha dejado de crecer. Es más, tiene aún margen para seguir haciéndolo. Y para atraer a ese viajero hay que elaborar una estrategia lo suficientemente atractiva (no Giralda, no flamenco malo, por favor...) para que llegue a ese público de alto nivel. Dicho de otra forma, hay que invertir para después recuperar esa inversión. No vale con contarlo en Fitur o en la World Travel Market, como se ha hecho en otras ocasiones.

Si bien es cierto que hace sólo unos días el edil Antonio Muñoz defendía de alguna forma que el turismo de “mochila y chancla” también era necesario, creo que la ciudad debe apostar más por aquellos que vienen a dejar sus divisas en nuestros restaurantes, hoteles y comercios. No pretendo que Sevilla se convierta en Montecarlo, pero corremos el riesgo de convertirnos en Benidorm, un lugar de fácil acceso para las despedidas de soltero y las borracheras hasta el amanecer. Y sobre todo creo que ya es muy necesario contar con una ordenanza municipal que controle y regule la actividad de los pisos turísticos y que evite que su proliferación acabe por tomar el casco histórico de la ciudad, con el consiguiente perjuicio a los hoteles, auténticos generadores de empleo y riqueza.

Cuidado con todo esto porque la línea que divide a un turismo de otro es tan fina que sólo se conoce cuando se ha traspasado. Y en ese instante ya no hay marcha atrás. 

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