Hoy nos hemos despertado en el manicomio con ruido de cacerolas y de ollas. Hasta los más locos saben que hoy es el día de Santa Cecilia, patrona de la música. La historia de Cecilia, que vivió entre el año 180 y el 230, es para no echar gota. Sus padres la casaron con un noble pagano, y en la misma noche de bodas, la novia se descuelga diciendo que se ha entregado a Dios y que un ángel guarda su virginidad para Él. El novio quiere ver al ángel (nos imaginamos las intenciones), pero Cecilia le convence de que lo verá solamente si se bautiza. No sigo, para que no crean que además de loco soy tonto, porque esto es un cuento para tontos de solemnidad. La cuestión es que el novio se convirtió y comió perdices.
También dicen que Cecilia, por ser cristiana, cosa peligrosa en aquella época, murió mártir, pero a los verdugos les costó infinito trabajo acabar con ella. Intentaron ahogarla en las mismas termas de su casa, intentaron cortarle el cuello con un hacha y dicen que hasta por tres veces lo intentó el verdugo, que al ver que no podía se fue despavorido dejándola sangrando hasta que más tarde murió. Por eso, en algunas obras de arte aparece Cecilia con un tajo en el cuello. Evidentemente dudamos de la profesionalidad del verdugo.Pero también en muchos cuadros se ve rodeada de instrumentos musicales, lo cual no significa necesariamente que tocara ninguno de ellos. Pero al Papa Gregorio XIII se lo pusieron en bandeja, y sin encomendarse ni a Dios, ni al diablo (bueno, a Dios, me imagino que sí), la nombró Patrona de la música, porque según el Pontífice había demostrado una atracción irresistible hacia los acordes melodiosos de los instrumentos.
Luego, se quedó en celebrar su nombre hoy, día 22 de noviembre. No me extraña que fuera un Papa catalogado con el número 13, símbolo de mal fario, porque la música aquí en La Isla es una historia de Halloween, multiplicada por más de 30 que son los años que lleva el Conservatorio“Chelista Ruiz Casaux” en plan provisional metido en aulas de infantil del CEIP Almirante Laulhé. Ya se sabe que los políticos llevan en la masa de la sangre echarse las culpas unos a otros, pero la casa sigue sin ser barrida. Si comparamos nuestro Conservatorio provisional con el de algunas localidades de la Provincia (por ejemplo el de La Línea), la cosa es para llorar.
Y para colmo el Conservatorio de La Isla es Elemental. Quiere decir que, terminados los 4 años elementales,ya no se puede seguir en La Isla la enseñanza profesional, y hay que llevar a los chavales al Conservatorio de Cádiz a buscarse la vida, si quieren dedicarse a ese mundo fascinante de la música.Por todo ello, los locos creemos que en La Isla hay mucha fachada y mucho bla, bla, bla con respecto al gusto de esta ciudad por la música, pero en realidad aquí resbala el asunto, y la música la hemos dejado para cantar en el WC mientras apretamos.
Lo demás es falserío, hipocresía barata, orgullo inútil, porque, si de verdad aquí gustara la música, otro gallo nos cantaría. Tendríamos un edificio en condiciones y daríamos aliento a tantos alumnos cañaíllas apasionados de la buena música y que serían grandes músicos del futuro, pero que hoy están enganchados en cualquier banda de semana santa, que es lo que hay. Mientras tanto, sigamos calladitos en la penuria y en la provisionalidad de instalaciones que no cumplen las condiciones mínimas para impartir este tipo de enseñanzas.
