A tres metros sobre el cielo fue rechazada por varias editoriales cuando la escribió...
-Es cuestión de ver el vaso medio lleno. A lo mejor, si la hubiese publicado en 1992, no se habría dado el fenómeno de los candados. El primer momento no era el adecuado. Sin embargo, en 2006, era la historia de amor que faltaba en el panorama literario.
El amor que usted propone, ¿pasa de moda?
-Aunque el mundo y sus circunstancias cambien, el amor sigue siendo el mismo. Aunque es cierto que la vida se mueve por modas, y por ello estoy muy orgulloso de que mis novelas hayan eclipsado a una generación, la de la juventud que vive el primer amor.
En sus historias, las nuevas tecnologías están muy presentes. ¿Se imagina así a Romeo y Julieta?
-El amor el es mismo en un momento de la historia u otro. Puede cambiar la forma de entender una relación, pero los sentimientos son siempre los mismos. No creo que los móviles los cambien. El amor hace extraordinaria a la gente común. Eso sí, con la tecnología, Romeo y Julieta habrían resuelto entre ellos muchos problemas de comunicación.
¿Qué pretende con Carolina se enamora?
-Que cada uno dé valor a su propia vida.
La crítica suele ser dura con los best sellers...
-La crítica que a mí me interesa es la de los lectores, lo que sienten tras leer mis libros.
En El Paseo se aleja de su estilo. ¿Sintió la necesidad?
-La novela se la dediqué a mi padre cuando ya había fallecido. Es un encuentro con él.
¿Qué le gusta leer a Moccia?
-Me encanta Jeffery Deaver.
En su próxima obra, ¿qué Moccia encontraremos?
-Pronto llegará a España El hombre que no quería amar. Es un thriller que trata de un hombre que odia el amor y la felicidad.
Vaya cambio...
-No lo creo, espera a leerla, sigo escribiéndola yo