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España

El último de este año

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Aquí me tienen, tratando de llenar este blanco folio virtual que luego ustedes ven impreso o en pantalla, hablando del último día de un año, bisiesto él, que me da a mí que rompe la tradición de que los años bisiestos son propicios para grandes logros.

Que se lo pregunten si no a los que perdieron su trabajo o los que tuvieron que abandonar sus casas, por no poder abonar las amortizaciones de los fabulosos préstamos hipotecarios que hasta hace un año daban las entidades bancarias con tanta alegría y desahogo.

Y ahora me pregunto ¿dónde está esa escandalosa cantidad de millones de euros que el Gobierno ha entregado a las entidades bancarias para reflotar la economía que estaba un poco escorada, a decir de algunos? Porque bancos y cajas de ahorro se han dedicado a recomponer finanzas propias, en el mayor de los casos, y ese dinero que iba a empezar a circular para reactivar la economía no se ve. Ellos han arreglado su problema y al final, más de lo mismo. La cuerda se rompe por el mismo sitio.

Pero en fin, aunque nuestros políticos no nos lo digan, me atrevo a aventurar que el primer semestre del año que viene va a ser de órdago a la grande, cuando quienes ahora están cobrando el paro o el subsidio de desempleo lo vean agotarse; cuando las empresas no generen riqueza y la seguridad social gaste más de lo que ingresa. Así que…ya me dirán ustedes.

Yo por si acaso me voy a conformar con pedirles para el año que viene unas buenas dosis de paciencia, mucha tranquilidad y que disfruten de las maravillosas pequeñas cosas que nos da la vida: salud sobre todo, de cuerpo y alma, buenos alimentos (déjense de langostinos, langostas, ostras y esos bichos peligrosos para el úrico). Vuelvan ustedes a los cereales que además les viene muy bien para el tránsito instestinal (riáse usted de los planes de yogures de catorce días), mucha verdura (tomatitos, lechugas, cebollas y patatas de la huerta de Sanlúcar o Rota, por ejemplo); poco alcohol (que después les quitan a uno los puntos del carnet) y paseítos de vez en cuando. En fin, lo que han hecho de toda la vida nuestros padres y madres y miren lo guapos y lustrosos que se conservan. Ah y sobre todo, mucha imaginación para salir de la crisis.

Imaginación como la que tuvieron en su día, año de 1909, lo viticultores de Elche de la región del Baix Vinalopo para dar salida a su excedente cosechero, habiendo convertido la necesidad en una tradición, la de comer las doce uvas, que hoy en día sigue toda España y algunos países en Iberoamérica.

Ahora bien, que hay también otros ritos que pueden ustedes seguir, ya que ahora en tiempos de crisis, también es tiempo de mitos. Pueden tirar por la ventana un poco de agua, para que en todo el año no haya lágrimas en su familia. Usar ropa roja, siempre regalada, porque el rojo es el color del amor y la pasión. Pero si lo que quiere es dinero, poderoso caballero, cambie el rojo por el amarillo. Puede barrer hacia la calle para echar las malas vibraciones o malos espíritus como si fuera la basura. Salir corriendo de casa con una maleta en la mano, símbolo de que se pide poder viajar y divertirse mucho y por supuesto, hacer una lista de buenos propósitos. Yo empiezo la mía ahora mismo y la hago extensiva para todos ustedes: salud y amor. Lo demás, vendrá por añadidura. Feliz entrada de año dos mil nueve.

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