El público se volcó, incluso en exceso. El árbitro tuvo que pedir en varias ocasiones silencio al público, tanto al español como al argentino. Finalmente no se amonestó a ninguno de los dos equipos, cuyas aficiones dieron una muestra de deportividad y convivencia.
El público se volcó, incluso en exceso. El árbitro tuvo que pedir en varias ocasiones silencio al público, tanto al español como al argentino. Finalmente no se amonestó a ninguno de los dos equipos, cuyas aficiones dieron una muestra de deportividad y convivencia.
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