Se lidiaron, por este orden: un sobrero de Parladé, soso pero con muchas posibilidades; un toro de Daniel Ruiz, de buena condición; un sobrero de Montealto, muy parado; los siguientes, de Daniel Ruiz resultaron: flojo y noble el cuarto; con clase y recorrido el quinto y de más a menos el sexto.
Sebastián Castella, de pomelo y oro. Estocada (Silencio). Pinchazo y estocada caída (Ovación).
Cayetano, de lirio y oro. Estocada trasera y tendida (Ovación). Dos pinchazos y estocada (Silencio tras aviso).
Daniel Luque, de marino y oro. Estocada (Silencio). Media defectuosa (Silencio).
La plaza registró dos tercios de entrada en tarde primaveral. Destacaron los banderilleros José Chacón y José Antonio Carretero
LOS TOROS NO TUVIERON SUERTE
Habrá quién se quede con la preocupante falta de fuerzas que arrastró todo el encierro y que obligó, además, a sacar dos sobreros que a punto estuvieron de ser tres.
Pero más allá de esa flojera accidental hay que analizar punto por punto el comportamiento de todas las reses que saltaron al ruedo para comprobar que algunas no fueron aprovechadas en todas las posibilidades que ofrecían.
Cayetano fue el único que despachó al final los dos ejemplares de Daniel Ruiz que había sorteado por la mañana. Y una vez más hay que lamentar que más allá de la solemnidad de su puesta en escena y el empaque de su figura, volvió a desaprovechar una oportunidad de oro para salir triunfante de una plaza necesaria para refrendar una carrera con escasa hoja de méritos.
Y el caso es que el hijo de Paquirri se acordó de su ilustre progenitor marchándose a recibir a portagayola al primero de su lote después de pedir al torilero que aguardara algunos segundos que nos podríamos haber ahorrado si hubiera cruzado el ruedo cuando sonó el clarín.
La larga de rodillas salió limpia y los lances que siguieron fueron jaleados por el público, que pudo comprobar de paso la movilidad de un animal que también mantuvo esa buena condición en la muleta de Cayetano, que no acertó nunca a dejarle el engaño puesto ni una sola vez dejando ir el primer premio que le había guardado el destino.
Mucho más grave fue lo del quinto, seguramente el mejor de los toros de Daniel Ruiz que finalmente se lidiaron en tan larga y accidentada tarde. Un pelín blandito, es verdad, se movió con dulzura y recorrido en la muleta de Cayetano que después de algún remate templado se perdió en un trasteo sin forma ni fondo que desaprovechó por completo la calidad de su oponente. Baja muchos enteros.
Tampoco se entendió Castella con el sobrero de Parladé que salió en primer lugar. Es verdad que el toro resultó al final un poco soso pero también es cierto que siempre fue obediente, pronto y que siguió los engaños sin que el diestro francés consiguiera imprimirle el más mínimo de alma e hilo a su labor.
Se pudo desquitar el parte con el cuarto, un toro muy protestado por sus escasas fuerzas por un reducido sector del público que permitió a Castella reencontrarse en algún momento con sus mejores registros de otro tiempo en series redondas y bien construidas que tuvieron que paliar muchas veces los escasos bríos del animal.
Además, Castella tuvo que comenzar su labor con ese mismo sector que había protestado al toro muy a la contra de todo lo que hacía, hasta el punto de boicotear el brindis en el centro del platillo. A pesar de todo, la faena del diestro galo mantuvo un buen tono aunque le faltó el necesario refrendo de la espada para optar a un posible trofeo que no llegó.
Daniel Luque apenas tuvo opciones con el inservible sobrero de Montealto que saltó en primer lugar y tampoco pudo redondear con el sexto, un toro de buenos principios y malos finales que se acabó en las dos buenas series que le enjaretó el joven diestro de Gerena antes de que cambiara a peor.