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El asesino de Laura Cerna, condenado a 19 años de cárcel

Se libra de los 20 años que solicitaban la Fiscalía y las acusaciones al entender que el imputado colaboró con la Policía

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La Audiencia Provincial de Sevilla ha condenado a 19 años de cárcel a Antonio Gordillo por asesinar y descuartizar en agosto de 2010 a la profesora norteamericana Laura Cerna en una vivienda del Tiro de Línea de la capital hispalense, según han informado a Europa Press fuentes del caso, quienes han señalado que el fallo aprecia que el acusado actuó con alevosía aunque no con ensañamiento.

En este sentido, las mismas fuentes han señalado que en la sentencia, de 41 páginas y que ha sido dictada este mismo martes día 24 de abril, la Audiencia Provincial condena al acusado a 19 años de cárcel y no a los 20 años que solicitaban la Fiscalía y las acusaciones particulares al entender que el imputado colaboró con la Policía para la identificación y localización del cuerpo.

El magistrado-presidente del jurado, Juan Antonio Calle, condena al acusado a que pague una indemnización de 13.282,17 euros a cada uno de los padres y de 159.386,12 euros al marido de la víctima, que también ejercía la acusación particular en este caso. Asimismo, establece que indemnice al hijo de Laura con 10.217,05 euros si tenía menos de 25 años en el momento de los hechos, y en 13.282,17 euros si superaba esa edad.

De igual modo, y según las fuentes consultadas, el imputado deberá pagar las costas del proceso y las de la acusación particular que ejercen los padres de la víctima, aunque no así las devengadas por la acusación ejercida por el marido.

RECURSO DE LOS PADRES ANTE EL TSJA


Tras conocer la sentencia, el abogado de los padres de Laura Cerna, José Estanislao López, ha informado a Europa Press de que recurrirá la misma ante el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) al entender que hubo ensañamiento, aunque no recurrirá la absolución por el delito de profanación de cadáveres.

En un veredicto hecho público la pasada semana, un jurado popular declaró culpable por unanimidad a Antonio Gordillo del asesinato de Laura Cerna, aunque no del delito de profanación de cadáveres que le imputaban las acusaciones particulares, ya que, según argumentó, su objetivo al descuartizar el cuerpo y arrojarlo al río Guadalquivir fue "evitar ser descubierto" y no "faltar al respeto debido a la memoria de los muertos".

El jurado apreció alevosía pero no ensañamiento, lo que llevó al fiscal y a las acusaciones particulares a rebajar su petición inicial de pena de 25 a 20 años de cárcel.

LOS HECHOS

El jurado consideró probado que, en la madrugada del 30 de agosto, víctima y acusado se encontraban en casa de este último cuando se inició una discusión en el curso de la cual Antonio Gordillo le propinó varios golpes y un fuerte puñetazo en el ojo derecho que hizo que cayera al suelo en estado de "inconsciencia total o parcial", tras lo cual la llevó al cuarto de baño.

Una vez allí, según este relato de los hechos, el acusado empleó un cuchillo de cocina para propinarle cuatro puñaladas "dirigidas a la zona del corazón" y realizadas "con mucha violencia", ya que todas ellas "seccionaron cartílagos y costillas". Una de estas puñaladas le causó una lesión perforante en el ventrículo derecho del corazón que le provocó la muerte, añadió el jurado, que consideró probado que las puñaladas fueron asestadas "con intención de causarle la muerte".

A continuación, y según el veredicto, el acusado cogió una maleta para meter el cuerpo, que desnudó, pero como no cabía le cortó la cabeza y el brazo derecho. El jurado indicó que el acusado propinó los golpes "aprovechando que Laura no se encontraba en plenas facultades por la ingesta de alcohol y drogas" y que estaba "inconsciente, sin posibilidad de reacción o defensa alguna", a lo que se suma que hubo alevosía, ya que "propinó los golpes y las puñaladas aprovechando su mayor corpulencia y fortaleza física".

EL JURADO NO APRECIA ENSAÑAMIENTO


No obstante, los miembros del jurado no consideraron probado que el acusado propinara los golpes y las puñaladas "causando deliberadamente males innecesarios a la víctima, provocando un aumento de su sufrimiento, evidenciando un ánimo perverso e inhumano de aumentar el dolor de la víctima", con lo que descartaron que hubiera ensañamiento en el asesinato.

Asimismo, no consideraron probado que el acusado descuartizara el cuerpo "con la intención de faltar al respeto debido a la memoria de los muertos", que era el elemento básico para que pudiera apreciarse un delito de profanación de cadáveres.

De igual modo, el jurado popular no apreció ninguna circunstancia atenuante y descartó que Antonio Gordillo padeciera algún tipo de trastorno mental transitorio ni que sufriera una adicción a las drogas, así como que "obrara impulsado por un miedo insuperable" o que los hechos fueran cometidos "por causas o estímulos tan poderosos que le hayan producido arrebato u obcecación".

COLABORÓ CON LA POLICÍA PERO NO CONFESÓ

Por último, y aunque declaró probado que colaboró con la Policía para la identificación y localización del cuerpo, el jurado consideró que no lo hizo para minimizar el dolor y el daño de la familia. Además, el imputado no confesó los hechos y "ha mantenido una narración" de los mismos "distinta a la que consideramos probada", de manera que el crimen se descubrió "porque se encontró sangre en el cuarto de baño, por la declaración del amigo" al que le confesó el crimen y por la presentación de la denuncia por la desaparición.

En su declaración, el acusado mantuvo su versión exculpatoria y defendió que "en ningún momento ha asesinado a nadie", aunque sí reconoció que intentó deshacerse del cuerpo de Laura Cerna "por miedo" y para intentar hacer desaparecer todo lo que pudiera incriminarle.

Según su relato, estando ambos en su casa Laura se le acercó, y "en ese momento le digo que se aparte y empieza a montar un número que daba miedo; se va a la cocina y vuelve con un cuchillo y me intenta agredir, por lo que le pegué un empujón".

Tras señalar que "lo único que hice fue intentar defenderme", el acusado señaló que, a continuación, Laura Cerna "empezó a golpearse" y se autolesionó y produjo heridas. Tras ello, "en vez de llamar a la Policía, intenté deshacerme de todo lo que me pudiera incriminar" y descuartizó el cuerpo del Laura, tirándolo al río Guadalquivir.

ACTO "ATROZ"

Reconoció que cometió un acto "atroz", pero quiso dejar claro que no hizo desaparecer el cuerpo "para generar más daño, sino de manera inconsciente porque tenía mucho miedo; a día de hoy sigo sin saber lo que hice y tengo pesadillas, pues aquella persona no era yo", tras lo que indicó que no se entregó a la Policía "porque no era consciente de lo que sigue pasando en mi vida, creo que son sueños".

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