Bostezos en todas las bancadas y mucho aburrimiento es lo que se ha apoderado del hemiciclo mientras se debatía la tercera moción de censura de la democracia, un debate al que los diputados han sobrevivido a golpe de teléfono móvil, aunque hay quien ha llegado a desplegar el periódico o incluso un libro.
Y no uno sino dos textos se ha traído el ministro de Cultura y portavoz del Gobierno, Íñigo Méndez de Vigo, para pasar el larguísimo día: "Cervantes y el trasfondo jurídico de El Quijote", de Luis María Cazorla, y "Tenemos que hablar de muchas cosas", de Miguel Hernández.
Muy previsor ha sido el ministro mientras que otros, como los diputados Jesús Posada, del PP, y Jordi Xuclà, del PDeCAT, han tenido que leerse hasta los anuncios por palabras para estirar el periódico hasta el final.
Los que se han volcado en el móvil han sido la gran mayoría de los parlamentarios y algunos apenas han levantado la vista de su teléfono, como Íñigo Errejón, que casi ni lo ha hecho cuando hablaban los suyos -Irene Montero y Pablo Iglesias- para defender la moción contra Mariano Rajoy.
Al contrario que en otras sesiones parlamentarias, las bancadas han estado muy contenidas, aplaudiendo cuando tocaba, en pie si había que remarcar la actuación de Iglesias o Rajoy y algún que otro descalificativo de guión.
Eso sí, poco o nada se ha visto aplaudir a ERC, Bildu y Compromís, los únicos apoyos con los que cuenta Podemos en esta aventura.
Las cinco horas largas que han hablado Montero e Iglesias para defender su moción, siguiendo la "escuela de Maduro y Fidel Castro", como ha apuntado Ana Oramas, han dado lugar a todo tipo de bromas, sobre todo a través de las redes sociales, en lo que ha entrado también el PP.
Si a primera hora el PP creaba la etiqueta #ÍñigoVuelve en su cuenta oficial de Twitter, en referencia al ex número dos de Podemos, después la cambiaron a #IreneVuelve.
Mientras, como el hambre acuciaba porque iban dando "las dos, las tres y las cuatro..." y no se producía el esperado receso para comer, finalmente un ujier ha traído un sobre con alguna clase de tentempié -quizá unos frutos secos o unas "chuches"- del que han ido picando Rajoy y la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, hasta que la presidenta de la Cámara ha interrumpido el debate cerca de las cinco de la tarde.
Ocho horas ininterrumpidas de sesión que a Rajoy le han parecido más que suficientes como para tener que hacer en el descanso una valoración de su discurso a petición de los periodistas: "¡Hombre, llevo ocho horas!", ha exclamado.
Porque ya desde su penúltima intervención, el presidente del Gobierno esperaba que se parara la sesión, un deseo que ha gesticulado ante la presidenta del Congreso, Ana Pastor.
Ella, a su vez y también por gestos, ha dado al traste con sus esperanzas al hacerle ver que aún quedaba el turno de Iglesias.
Entretanto, el sopor ha ido haciendo igualmente mella en la tribuna de invitados que, en todo caso, no ha conseguido llenarse en ningún momento aunque la mayoría de los que allí se han sentado eran dirigentes o seguidores de Podemos, incluida la madre del "presidenciable", Luisa Turrión.
Como ha recordado Irene Montero, decían unos versos de Machado: "Ya hay un español que quiere vivir y a vivir empieza, entre una España que muere y otra España que bosteza". Pues eso, que la jornada termina bostezando.