El actor gallego Javier Veiga estrena este viernes, desde el otro lado de la barrera, su opera prima en el cine, 'Amigos hasta la muerte', una película que ha escrito y dirigido y que además ha coprotagonizado con su pareja, la también actriz (y productora de esta cinta), Marta Hazas.
Junto a ella y al mexicano Mauricio Ochman, Veiga forma un trío de amigos que, envueltos en un triángulo amoroso, debe enfrentarse además a la muerte próxima de uno de ellos, guardando el secreto los otros dos para hacerle pasar sus últimos meses lo mejor posible. Con Galicia como marco, el secreto desembocará en una serie de acontecimientos difíciles de controlar para los protagonistas.
El gallego funde los límites de conceptos en principio tan antagónicos como lo son lo trágico y lo absurdo, la tristeza y el humor; en definitiva, la vida y la muerte. Así lo define en una conversación con Europa Press.
P: ¿Cómo surgió la idea de contar esta historia y, sobre todo, de hacerlo desde el humor?
R: Quería ser capaz de contar la muerte desde un punto de vista distinto, que no tenga que ser algo dramático y que se pueda enfrentar también desde otro sitio, entendiendo que la vida es algo que sigue. Es algo que en mi familia además ha sido así y creo que incluso como gallegos, tenemos esta habilidad de ser capaces de ver la muerte desde un punto de vista menos triste, con retranca, menos definitivo. Somos capaces de mirar a la muerte de otra manera, con guasa, con sentido del humor. Para mí esta película era algo casi terapéutico.
P: A este respecto, te iba a preguntar si dirigir esta película te había cambiado en algo tu forma de enfrentarte a la muerte, pero ya veo que era algo que tú ya tenías dentro y simplemente querías plasmar...
R: Justo, es casi al revés. Es algo que para mí es importante y quería plasmar en una historia de ficción. También porque creo que uno hace las cosas para aprender más sobre ellas y, aquí, para aprender a ser capaz de no vivir rodeados de algo dramático y no hacer que eso te haga vivir toda la vida amargado.
P: María (el personaje de Marta Hazas) dice en un momento dado que "la felicidad es solo un punto de vista"...
R: Creo que el cómo uno afronta la vida, el punto de vista desde el que uno afronta las cosas, importa más casi que las cosas que ocurren. O sea, ante los mismos acontecimientos, uno puede decidir vivir eso como un gran drama o como una comedia absurda, y el punto de vista de cada uno y cómo decida afrontarlo importa casi más que lo que ocurre.
P: Los protagonistas intentan dejar atrás viejas rencillas cuando se enteran de la noticia. ¿Por qué acabamos relativizándolo todo solo cuando nos toca de cerca algo traumático?
R: Porque tenemos tendencia al drama y al conflicto. Porque somos tan bobos que se nos olvida que las cosas no son tan importantes, que lo verdaderamente importante es la gente que te quiere y a la que quieres.
Pero es una cosa que se te olvida siempre. Y no solo eso, sino que incluso cuando lo recuerdas, a los tres meses te vuelves a olvidar. O sea, que ni siquiera tenemos memoria, ¿no? Es decir, aunque de repente te des cuenta durante unos meses de que lo que importa es estar rodeado de los tuyos, estar bien y te dices: 'ah, nunca más me preocuparé por nada', al día siguiente, se te quema una tostada en la tostadora y estás amargado todo el día. No solamente somos idiotas, sino que además tenemos mala memoria.
P: Hablabas antes de la cultura gallega y de cómo afrontamos la muerte de una forma muy determinada. También la mexicana tiene una forma muy peculiar de procesarla, aunque distinta a la gallega, y esta película es una coproducción entre ambos países...
R: Sí, y no es casual. Efectivamente, somos dos culturas que creo que nos enfrentamos mejor a la muerte porque no hacemos de ella un tabú, como en otras culturas en las que no se habla, como si fuese una cosa que está debajo de la alfombra y que es mejor no mirar. Y es verdad que la cultura mexicana, incluso más que la nuestra, tiene esta cosa de vivir la muerte como algo hasta festivo. Al final, la vida sigue. La gente nace, muere, ríe, llora y todo eso forma parte de la vida al mismo tiempo. Y hay que aceptarlo como tal y seguir viviendo lo mejor que puedas cada día.
P: Galicia, además de servir de ambientación (se ha rodado en Ourense, Santiago y O Grove, entre otros), es casi otro personaje más. La protagonista ejerce de narradora mientras hace el Camino de Santiago. ¿Por qué os decidisteis por este contexto?
R: Hay varias razones. Una, evidentemente, es el hecho de que yo sea gallego. Jugar en casa tiene muchas ventajas, tanto de producción como para hablar de una historia como esta, que es muy personal, y contarla en sitios que conozco y que para mí tienen un significado, también es muy especial. Y tener además este plató natural que no es tan fácil de encontrar en ningún sitio.
Pero es que además la historia, a nivel emocional, es una historia absolutamente gallega en dos sentidos. Una es la retranca que necesitas para poder reírte así de la muerte, que es algo absolutamente nuestro. Y otra es la nostalgia, esa morriña, 'morriña feelingood', que me gusta decir, que está en los paisajes, en el carácter de los personajes, hasta en la música que hay en la película con esos temas de Xoel López, que son también parte del carácter y del tono de la peli.
P: Mencionabas a Xoel López. No solo la banda sonora es suya, sino que además aparece en la propia película...
R: Por una parte, a mí me gusta rodearme de amigos para trabajar siempre y además la música de Xoel encajaba en esta historia como anillo al dedo. Tiene esa cosa como de dejarte el corazón lleno pero con un punto nostálgico, que te da como ganas de llorar y reír a la vez, que es lo que a mí me gustaría que ocurriese con esta película. Ha sido un regalo que se haya prestado a salir en la película, a cantar un tema en directo, que nos haya cedido Tierra y que haya compuesto una canción original, que si este año no le dan el Goya a mejor canción original, es que no hay corazón en el mundo del cine (ríe).
P: Además de amigos, te has rodeado de gente muy cercana. Tu pareja, Marta Hazas, coprotagoniza la película, ¿cómo lo habéis gestionado?
R: Pues sobre todo es una suerte. Nos entendemos muy bien, personal y profesionalmente, y por encima de todo, Marta es una gran actriz. Tener la suerte de que se preste a hacer todo lo que yo hago... Pero sobre todo es la suerte de que, una vez que has decidido tomar este camino, que es muy difícil conseguir que la gente te apoye, ver que no solo te da su confianza, sino que te empuja, que incluso va tirando muros delante de ti, pues es una maravilla. Para mí es una suerte tener a Marta en mi equipo, es como tener a Messi jugando contigo todos los días.
P: Esta ha sido tu primera película como director. ¿Cómo ha sido dar el salto de la interpretación a la dirección?
R: Llevo ya mucho tiempo dirigiendo teatro, televisión, cortometrajes, así que para mí ha sido un proceso natural. Aunque sí he notado esa presión, esa emoción, de pasarse al cine. Hay esta cosa de que es el séptimo arte, ¿no?, de que una película se ve con una expectativa de obra completa. Y tu cabeza está muy centrada, tienes más tiempo del que tienes en televisión, por ejemplo, y eso hace que le pongas más mimo y más ilusión.
Esta historia merecía ser contada y la mejor manera era en una película. Y sí, pretendo seguir contando historias que me importan, historias de autor o comedias de autor, si se me permite la expresión, sin parecer pedante (bromea). Espero que esta sea solamente la primera.