Una investigación de la Universidad de Granada (UGR) ha estudiado los beneficios de la participación activa de las pacientes en las decisiones contra la enfermedad, demostrando cómo así aumenta la adherencia al tratamiento y la satisfacción de las enfermas.
Compartir las decisiones entre pacientes y médicos durante el proceso asistencial es un indicador de calidad en la atención a mujeres que sufren cáncer de mama, según demuestra una investigación de la doctora Marta Maes Carballo en el marco de su tesis defendida en la UGR, la cual cuenta con mención internacional.
"La relación médico-paciente ha seguido tradicionalmente un modelo paternalista, en el que los pacientes acataban dócilmente las decisiones del médico. Actualmente, los pacientes tienen acceso a multitud de fuentes de información y se aconseja un modelo deliberativo, basado en la Toma de Decisiones Compartidas (TDC), un modelo en el que el enfermo y el profesional sanitario comparten la mejor evidencia disponible sobre un tema y el paciente es ayudado a considerar opciones y decidir según sus propias preferencias y valores", explica Marta Maes.
En el caso del cáncer de mama, estudiado específicamente en este trabajo, adquiere especial trascendencia el modelo TDC, al existir varias alternativas, con resultados similares, pero con consecuencias diferentes para la paciente.
Hay obstáculos para conseguir que sea realmente la paciente quien decide sobre temas que afectan a su vida, a su probabilidad de enfermar o curarse, de mantener la fertilidad o de conservar su imagen, detalla el estudio. "Estos, en muchas ocasiones, son obstáculos impuestos por el sistema, por los prejuicios de los profesionales y por las propias creencias de los pacientes. Por eso, el objetivo principal de mi tesis doctoral fue el análisis de la toma de decisiones compartida como indicador de calidad en el Proceso Asistencial del Cáncer de Mama", analiza Maes.
UNA ESTRATEGIA ESCASA
La estrategia TDC es bien conocida por los profesionales, aunque en general se considera una utopía, muy interesante en teoría pero muy difícil de llevar a la práctica principalmente por falta de tiempo, carencia impuesta en gran medida por la escasa consideración de los gestores hacia este tipo de práctica, según expone la investigación.
El trabajo ha comprobado también que la presencia de la TDC en las guías de prácticas médicas es escasa, aunque es más frecuente en las de mayor calidad, y que en general requiere que se den pautas claras y uniformes para su aplicación.
"A pesar de que está demostrado que la TDC aumenta la calidad del proceso asistencial, aumenta la satisfacción del paciente y su adherencia al tratamiento, la presencia de indicadores referidos a la TDC entre los indicadores de calidad del proceso asistencial es insuficiente, al menos en lo que se refiere al cáncer de mama", subraya la investigadora.
De hecho, los indicadores de calidad recogidos por diferentes instituciones, comunidades autónomas o países son lo suficientemente diferentes como para dificultar la comparación de resultados.
"Si realmente deseamos que el paciente sea el núcleo central de nuestro sistema sanitario, que participe y se responsabilice de su propia salud, necesitamos formar a los profesionales y proporcionarles los recursos necesarios para que pongan en práctica lo que de forma unánime se reconoce como un derecho del paciente, incluso reconocido por la ley en algunos países. De esto se trata la humanización de la medicina", concluye Marta Maes.