La Asociación de Vecinos Nuevo Molino lo tiene claro. Si las subvenciones del Ayuntamiento ni están ni se esperan, pues “volvemos a los orígenes”. Así lo resumía este martes para Viva Huelva María Teresa Paús, presidenta de un colectivo que echó a andar hace casi cuatro décadas, “cuando nos reuníamos de manera clandestina” y cuando “las subvenciones no existían”.
De esta manera, aunque los representantes vecinales de este barrio en el que viven unos 7.000 onubenses no cesan en su empeño de pedir mejoras para su barrio, Nuevo Molino se está aferrando a la autogestión para seguir dinamizando la barriada. Así, entre las cuotas de sus aproximadamente 800 socios, las rifas, las colaboraciones vecinales y diferentes actividades a lo largo del año van sufragando el equipamiento y mantenimiento de la sede (sita en la calle Fuenteheridos) y la puesta en marcha de acciones dinamizadoras.
Relación con el Consistorio
Pero más allá de lo que la asociación pueda aportar para dar vida a la barriada, hay un aspecto clave que es el trato con un Ayuntamiento de cuyos recortes no escapa ninguna barriada onubense. “Solicitamos al Ayuntamiento en la medida de lo que hay”, explica Paús, que reconoce que “se hace poco y se hace lento”, pero valora que “las cosas se están haciendo como se pueden”. Por poner un ejemplo, “el servicio de limpieza no pasa con la misma asiduidad que antes, pero de vez en cuando limpian las calles, algo que también depende de los ciudadanos porque hay que recordar que no es más limpio el que más limpia, sino el que menos ensucia”.
Para la presidenta del colectivo, pese a la tempestad económica del Ayuntamiento de Huelva, “no hay negación absoluta a lo que pedimos” y aunque afirma que “no podemos exigir como antes” también reconoce que “todo puede ser mejorable, pero lo que hay es lo que hay”.
Mientras, el barrio, eminentemente de clase media y con gran actividad de negocios de economía familiar, sigue adelante en mitad de la crisis y amparados por unos representantes vecinales que reconocen que en esta época pese a que “el movimiento vecinal es reivindicativo, no podemos reivindicar lo imposible”.