El Paraje Natural Marismas del Odiel, Reserva de la Biosfera localizada en Huelva, ha abierto desde el viernes por primera vez al visitante el patrimonio arqueológico y ambiental de la Isla Saltés para lo que pone a su disposición una diversidad de rutas guiadas.
La delegada territorial de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente, Josefa González Bayo, ha visitado la ciudad islámica y el enclave romano de La Cascajera, destacando que el objetivo de esta apertura es "empapar a la ciudadanía de su riqueza paisajística y etnográfica" y de "su importancia histórica como lugar estratégico para las distintas culturas que, a lo largo de miles de años, han dejado su huella en esta zona".
La iniciativa se enmarca dentro del convenio suscrito en marzo por la Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio y CEPSA Refinería La Rábida, que recoge la puesta en valor de ese "magnánimo" pasado milenario que envuelve al Paraje Natural Marismas del Odiel.
El acuerdo abarca también -como ha concretado la delegada- la colaboración de esta empresa en el programa de reintroducción del águila pescadora en la Reserva de la Biosfera mediante la instalación de varias cámaras para el seguimiento de la especie y la descripción de su comportamiento y su reproducción, sin olvidar la construcción de plataformas en puntos elevados para albergar los nidos.
González Bayo ha ensalzado el "encuentro de culturas" que se da en Saltés y la relevancia de los vestigios islámicos de la Taifa de Huelva y Saltés fundada en 1.012 por Abd al-Aziz al-Bakri, que reinó con el título de Señor de Umba y Xaltis.
Especial interés tiene el yacimiento arqueológico de la zona conocida como El Almendral, bien documentado gracias a las intervenciones realizadas allí desde 1988.
En su visita González Bayo ha estado acompañada del director de CEPSA Refinería La Rábida, Rafael Martínez Cañavate, y representantes de otras instituciones implicadas en la preservación del patrimonio cultural y natural de Marismas del Odiel.
El programa ha contemplado además el paso por el enclave romano de La Cascajera, que debe su existencia a los recursos pesqueros y marisqueros del estuario y utilizado para su procesado y comercialización, una riqueza a la que hay que añadir la historia minera industrial, la almadraba o el campamento de prisioneros.
Todo ello, sin menoscabar los valores naturales de una Reserva de la Biosfera que sobresale por sus sistemas dunares, los bosques mediterráneos, las marismas y lagunas de agua dulce y colonias de aves como el flamenco rosa o la espátula.