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La Madrugada de Jerez se reivindica con el nuevo atractivo de Misión

La Misión se incorpora a una jornada en la que las Cinco Llagas no pudo completar su estación de penitencia por una incidencia en la cuadrilla de costaleros

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La ausencia de tres años, la incorporación de la Hermandad de la Misión y el buen tiempo han permitido a la Madrugada del Viernes Santo de Jerez reivindicarse como una jornada procesional muy atractiva. La suma de los tres factores anteriormente mencionados se ha traducido en una mayor presencia de público en las calles.

Existe un cuarto factor, que ya se estaba dejando sentir antes de la pandemia, y no es otro que la ausencia otros referentes claros en el entorno más cercano, lo que propicia que muchas personas de la provincia de Cádiz se desplacen a Jerez para disfrutar de sus cofradías, algo a lo que contribuye además la masificación que se padece en Sevilla.

Sea como fuere, la Madrugada de Jerez está sacando rédito de una serie de factores que indudablemente juegan a su favor, aunque la de esta noche será recordada asimismo por la incidencia padecida por la Hermandad de las Cinco Llagas, que no pudo realizar estación de penitencia hasta la Santa Iglesia Catedral, ya que tuvo que regresar a San Francisco al llegar a Gallo Azul por un problema con la cuadrilla de costaleros del palio de María Santísima de la Esperanza.


La Hermandad del Santo Crucifijo de la Salud fue la encargada de abrir la jornada poniendo su cruz de guía en la calle al filo de la una y media de la madrugada. Con prestancia y categoría fue avanzando este elegante cortejo nazareno, que muestra uno de los patrimonios más extraordinarios de la Semana Santa de Jerez.

Prácticamente a la misma hora hacía lo propio la Hermandad de la Yedra en una calle Empedrada literalmente abarrotada de personas deseosas de reencontrarse con el Señor de la Sentencia y la Virgen de la Esperanza. Sonaron entonces las primeras marchas y llovieron también las primeras petalás de una noche que se presumía intensa y que no concluiría ya hasta prácticamente el mediodía del Viernes Santo.

Diez minutos antes de las tres de la madrugada iniciaba su recorrido desde la iglesia de San Francisco la Hermandad de las Cinco Llagas. Silencio en la plaza Esteve para asistir a la salida del Señor de la Vía Crucis y de María Santísima de la Esperanza, que tuvo que anticipar su regreso al templo después de ocasionar un retraso en la entrada de carrera oficial de las cofradías de La Buena Muerte y la Yedra, que tuvieron que aguardar a que el cortejo llegara a Aladro.

Picadueñas asistía a esa hora a la salida de la Hermandad de la Misión, que hasta 2019 venía procesionando en la tarde del Sábado de Pasión. Se trata de una cofradía joven de patrimonio modesto en comparación con lo que se pone en las calles de Jerez en la Madrugada del Viernes Santo. Pero tiene a un nazareno que engancha y una forma de mostrarse en la calle que aporta nuevos alicientes a una noche en la que siempre se impuso el silencio.

La Hermandad de Jesús Nazareno es uno de esos patrimonios inmateriales de los que Jerez debe sentirse orgullosa. La contemplación de esta cofradía es un retorno al pasado y la historia de la ciudad. Jesús Nazareno y Marquillo son las mismas entrañas de este rincón del sur. El palio de la Virgen del Traspaso retrotrae a las estampas fotográficas que se aún se conservan del siglo XIX, cuando tanto Jerez como su Semana Santa eran una cosa muy distinta a la que hoy son.

La Buena Muerte salió de Santiago a las tres y media de la madrugada, entre el silencio y las saetas de un barrio que siente a esta cofradía como algo propio a pesar de su severidad y rigor penitencial.

Jerez ha vuelto a vivir una Madrugada de Viernes Santo tres años después, una jornada además renovada, enriquecida con nuevos atractivos y bendecida por la meteorología, aunque finalmente incompleta.

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