Trabajadores por cuenta ajena valoran conservar el empleo; los autónomos, más negativos
“Virgencita, que me quede como estoy”. Esto es lo que muchos españoles que aún conservan un empleo piensan cuando reflexionan acerca de sus condiciones laborales. Y es que el temor a la pérdida del empleo ha calado tan hondo que ello relativiza las posibles incomodidades y malestares relativos al trabajo.
Según un análisis extraído por la empresa Randstad, especializada en recursos humanos, del informe Workminutor elaborado a nivel europeo con periodicidad trimestral, el 60% de los trabajadores españoles está satisfecho con su actual trabajo.
El nivel de satisfacción aumenta cuando nos aproximamos a Andalucía, muy por encima de la media en esta estadística, con un 73% de trabajadores satisfechos. De hecho, los andaluces se encuentran en el grupo de los que van más contentos a la oficina, por detrás de riojanos, extremeños y manchegos; y por delante de murcianos, asturianos, madrileños o navarros.
Si bien los datos de Randstad no han podido extrapolarse científicamente al área metropolitana del Campo de Gibraltar, desde VIVA hemos efectuado un sondeo a pie de calle del que hemos podido sacar algunas conclusiones interesantes.
Evidentemente, en el caso de los trabajadores por cuenta ajena, en raros casos reconocían abiertamente estar a disgusto en su puesto actual, si bien en privado algunos se lamentaban de las condiciones de precariedad, la eventualidad y la falta de expectativas positivas para el futuro cercano.
No obstante, también podía apreciarse una corriente de personas trabajadoras que dejaban a un lado todas esas circunstancias y se mostraban afortunadas por el mero hecho de continuar con un desempeño laboral.
En algún caso, como el del barrendero Jesús Fernández, explicaban que “estoy contento porque tengo trabajo. Para mí, lo importante es la estabilidad laboral”.
Es por ello que lo único que mejoraría de su actual labor es “poder tener un puesto fijo, porque llevo dos años y medio como eventual”.
En otras ocasiones, la vocación y el sentimiento de realización personal van por delante de otros condicionantes. Es el caso de Isabel Melgar, profesora en una academia de la ciudad desde hace 10 años: “A mí lo que me gusta es dar clase, y aunque el horario sea duro, me encanta ir a trabajar todos los días”.
En el caso de los autónomos, algunos reconocían que las dificultades actuales para mantener un negocio provocaban desánimo a la hora de realizar sus labores. David Peña, empresario de la restauración, indicaba que “ahora hay menos ingresos económicos haciendo el mismo trabajo”. En un baremo del 0 al 10, este empresario reconoció no pasar del 5.
Ramón Fernández, taxista de profesión, reconoce no estar pasando tampoco por su mejor momento. “Soy taxista por necesidad. Antes fui jefe de producción de una empresa, pero me vi afectado por la crisis de los noventa”, afirmó. Sin embargo, es capaz de ver algunos elementos positivos en el taxi. “Es bonito y te ayuda tener mucha psicología”, manifestó.
Los jóvenes, más contentos
Podría parecer una contradicción, pero según el estudio recogido por Randstad. Los jóvenes de entre 18 y 24 años que tienen trabajo son los más felices con su empleo (el 70%), frente al 50% en el caso de los trabajadores de entre 55 y 64 años.Las conclusiones de este estudio son que “los más jóvenes están más satisfechos por tratarse en su mayoría no sólo del primer trabajo, sino también por la dificultad que están encontrando para acceder al mercado laboral.
También influye la formación. El 68% de los profesionales con titulación universitaria está contento; frente al 59% de los que tienen un nivel medio y el 55% de los que tienen un una cualificación menor.