En el banquillo se sentarán un padre y un hijo por un presunto delito de lesiones
Esta Nochevieja será la última que Rocío Vázquez pase sin que la explosión de un petardo en su rostro por la que perdió su ojo izquierdo sea juzgada. Cinco años después de que este suceso le cambiara la vida, en el momento en el que salía a la calle, en la barriada rural de Los Albaricones con su madre y sus hermanos a felicitar a sus vecinas por la entrada del nuevo año, empieza al fin la cuenta atrás para celebrar el juicio después de una larguísima y complicada instrucción.
Ahora el caso únicamente está pendiente de señalamiento de juicio, que “probablemente” será en 2013, como indica la abogada de la acusación particular, Inmaculada Gilabert, ya que muy mal se le tienen que dar las cosas al juzgado para que no señale la vista para el próximo año. Aunque tanto la Fiscalía como acusación particular ya calificaron el caso hace meses, sigue sin haber fecha para juzgar un suceso que conmocionó a toda la ciudad, y especialmente al entorno rural donde se ha criado la joven, pero prácticamente se da por hecho de que los presuntos autores de esta acción se sentarán en el banquillo de los acusados el próximo año.
Tanto el Ministerio Público como acusación particular piden 2 y 3 años de cárcel para los dos imputados, que resultan ser padre e hijo, por un presunto delito de lesiones con imprudencia. Según el escrito de calificación del Ministerio Público, Manuel C. G. y su hijo, Francisco Javier C. P, se encontraban en la Nochevieja de 2007 en la plazoleta de la mencionada barriada rural manipulando cohetes. En un momento dado, poco antes de las 00.20 horas, ambos volvieron a lanzar los petardos«sin adoptar la más mínima precaución” alcanzando uno de ellos al rostro de Rocío Vázquez, de 24 años, lo que le provocó lesiones faciales muy graves que derivaron en la pérdida del ojo izquierdo.
Desde ese momento, tras permanecer ingresada en la UCI del Hospital Puerta del Mar, la joven ha tenido que ser sometida a innumerables intervenciones quirúrgicas, desde el mismo día que se produjeron los hechos. En su evolución, sufrió una necrosis del párpado que tuvo que ser tratada, hasta que en septiembre de 2010 volvió a operarse para la reconstrucción de los tejidos blandos, pendiente de la colocación de la prótesis ocular.
Además, debido al impacto, los médicos le recomendaron un audífono al detectar la perforación de un oído, además de una septoplastia por la desviación del tabique nasal. Pero además de los perjuicios físicos, la joven ha tenido que ser tratada por un psiquiatra por un “trastorno de estrés postraumático” y debido a las consecuencias de la explosión del petardo en su cara tiene reconocido un grado de minusvalía del 48 por ciento por la Consejería de Igualdad y Bienestar Social de la Junta de Andalucía.
En la ejecución de la sentencia, la acusación particular también pedirá una indemnización por las secuelas que sufrirá esta joven de por vida.