En las antípodas ideológicas de movimientos sociales antisistemas, uno a veces tiene la sensación de que se acerca a ellos en lo que a insurrección ciudadana se refiere, siempre y cuando la violencia o el salvajismo, como la quema de basuras o de contenedores o de coches, no haga acto de presencia.
Y es que, en casos como los que hemos vivido en Jerez en los últimos veinte días, se percibe que cada vez más los ciudadanos de a pie somos rehenes de los políticos. El acuerdo de los trabajadores del servicio de recogida de basuras con la empresa Urbaser me da el pálpito que se pudo haber conseguido el primer día, visto lo que cada parte ha cedido. Lo que se ha escrito y se ha hablado entre los políticos ha sido del todo punto lamentable.
Desde la Junta hablaban de una insalubridad que no existía, tal vez porque ellos no vivían en Jerez y no tenían que convivir con la peste y las ratas; desde los partidos en el Gobierno municipal, todos, se mandaban mensajes y comunicados pero a ninguno le dio por decir vamos a sentarnos todos con los trabajadores y con la empresa y no nos levantamos, ninguno, desde el PP a IU pasando por Foro y PSOE, hasta que haya una solución a un conflicto, que no era el conflicto de unos trabajadores sino que era el conflicto de más de doscientos mil habitantes, era el conflicto de unos colegios, era el conflicto de unos enfermos que estaban entrando en los hospitales o en los centros de salud y que era, incluso, el conflicto de una ciudad ya de por sí deteriorada y a la que lo único que le hacía falta era salir como primera noticia lamentable en los telediarios de las distintas cadenas televisivas, en los informativos nacionales de las cadenas de radio y hasta en las portadas de todos los periódicos que siguen existiendo en este país que parece que continúa llamándose España.
Daba la impresión de que a los políticos lo que menos les importaba eran los ciudadanos y sí hacerse daño el uno al otro, a ver quién podía sacar más rédito de una huelga que ha terminado siendo una auténtica vergüenza, no por los trabajadores que luchaban por sus intereses, sino por su gestión y por la imagen tétrica que ha dado de Jerez. Otra más.