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El 'drama' de ‘Techo y comida’... y el del futuro del cine

Dos semanas después de su estreno sólo sigue en cartel en ocho salas, aunque la obtención de algún Goya le permitirá disfrutar una ‘segunda vida’ en taquilla

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  • Techo y comida

Este fin de semana se ha estrenado la séptima entrega de Star Wars. Carlos Boyero, en el final de su crítica sobre la película, reconoce: “Es fantástico que el cine, en la gran pantalla, a oscuras, en tres dimensiones espectaculares, siga disfrutando de un público masivo y entusiasmado en épocas que auguran su definitiva agonía”.

El lema del Ministerio de Cultura francés de finales de los años 80 que proclamaba “el cine es mejor en el cine” ha perdido la batalla. El cine, en el cine, se encamina a su irremisible final; al menos, tal y como lo hemos entendido los que nacimos en el siglo XX. De aquí a unos años, a la reducción inicial de salas y a la posterior reducción de pases diarios, se le sumará la de la reducción de películas en pantalla. Sólo tendrán cabida en el circuito comercial las grandes producciones, las que dejen dinero, las que sirvan de entretenimiento.

¿Se dejará entonces de hacer cine? Por supuesto que no, pero sí cambiará el modelo de distribución y el de exhibición. La salida pasa, inevitablemente, por los soportes alternativos de la era digital, por las pantallas caseras y el pago por demanda.

Ya se han producido algunos experimentos al respecto -el primero en impulsarlo en España fue Paco León con su Carmina o revienta- y, desde luego, son una alternativa de cara a incrementar los ingresos de taquilla. En primer lugar, porque estamos hablando de películas con un reducido número de copias en circulación y de difícil acceso a su público potencial; y, en segundo lugar, por el propio cambio de tendencia en los usos del espectador, que, pese a la magia y la grandeza de presenciar una película en pantalla grande, ha terminado por acomodarse en el salón de casa a la hora de disfrutar de una proyección de una calidad más que aceptable.

Tomemos como ejemplo el caso de Techo y comida, la película del jerezano Juan Miguel del Castillo interpretada por Natalia de Molina. Se estrenó el pasado 4 de diciembre con 39 copias en circulación. En su primer fin de semana recaudó 19.101 euros -lo que equivale a 470 euros por copia-, y ocupó el vigésimo puesto del ranking de las películas en cartel en ese momento. Dos semanas después, la película sólo permanece en cartel en 8 salas de todo el país: en Barcelona (Yelmo), Madrid (Zoco), Asturias (Yelmo), Málaga (Yelmo), Valencia (Yelmo) y Cádiz (Yelmo, Bahía Mar y Al Andalus); y apoyada en el hecho de que esta semana se han dado a conocer las nominaciones de los premios Goya y la película opta a tres galardones: mejor actriz, mejor director novel y mejor canción original.

Es cierto que la elección del fin de semana de estreno condiciona mucho el recorrido en taquilla de una película, y que en el caso de Techo y comida le tocó compartir cartelera con El puente de los espías y En el corazón del mar, sin olvidar los casos de Sinsajo 2 y 8 apellidos catalanes, pero resulta evidente que el modelo de negocio actual no beneficia al cine modesto por mucho talento que atesore: sin presupuesto para promoción resulta imposible llamar la atención del público.

De hecho, el triunfo de las últimas películas españolas en taquilla se debe a la presencia de cadenas de televisión entre sus productores, ya que son éstas las que ponen todos sus medios al servicio de la promoción de las películas a través de sus soportes en favor de la generación de expectativas.
Hay otras alternativas. La más clásica: el prestigio atesorado en festivales, que ha sido la principal baza de Techo y comida, y puede seguir siéndolo de la mano de las nominaciones de los Goya. La más novedosa: la promoción a través de las redes sociales, pero tampoco es garantía de éxito.
Lo que parece inevitable es que al final serán los propios espectadores los que condicionen el negocio del cine, que será siempre el primer interesado en seguir siendo un negocio, por mucho que siga hecho de la materia de la que se hacen los sueños.

Natalia de Molina, la gran esperanza

De las tres nominaciones obtenidas por ‘Techo y comida’, la que más podría ayudar a su reposición en los cines caso de obtener la estatuilla es la de Mejor Actriz Protagonista. No lo va a tener fácil Natalia de Molina, que ya logró el Goya a Mejor Actriz Revelación por ‘Vivir es fácil con los ojos cerrados’, puesto que se mide a Inma Cuesta, Penélope Cruz y Juliette Binoche. Las estadísticas dicen que ninguna actriz extranjera ha logrado nunca el Goya, y han estado nominadas Nicole Kidman, Sarah Polley, Rachel Weisz, Salma Hayek y Naomi Watts, con lo que se podría descartar a la actriz francesa, pero todos sabemos del peso mediático de Penélope Cruz, que además es la productora de su película, ‘Ma Ma’, y del momento estelar de Inma Cuesta, que además es la protagonista de la película con más nominaciones de este año, ‘La novia’, por lo que tampoco lo va a tener fácil Natalia de Molina. En cualquier caso, es la gran esperanza para que ‘Techo y comida’ logre una segunda vida en la taquilla.

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