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Jerez

El legado de nuestra historia

Mamá Rosario ya puede estar satisfecha y tranquila porque ha visto y sentido pasar por Villamarta a su marido, a su hijo Pepe y su nieto Antonio

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  • Foto de familia tras el pregón. -

La Cruz de Guía de la Hermandad de la Borriquita está ya a punto de llegar, para abrir la Semana Santa, al palquillo de plaza Aladro, que parece que va a ser la última vez que vea aparecer por allí a nazarenos. Vuelve el legado de la historia, con todo su peso, con todo su bagaje espiritual, cultural, social y sentimental. Sin lo espiritual, sin lo religioso, no se entendería esta manifestación, sin lo segundo difícilmente se llegaría a las entrañas del pueblo, lo tercero va indefectiblemente unido a nuestra forma de ser, a nuestras tradiciones de siglos, de generaciones, de herencia de nuestros mayores, de nuestros abuelos y abuelas, de nuestros padres y nuestras madres y lo sentimental va unido, como se une en Navidad, a los recuerdos de aquellos que estuvieron y ahora ven el paso de la vida desde las azules ventanas del cielo jerezano.

Y ese legado, esa historia, esas vivencias de personas, de tiempos, de espacios, de lugares, de hechos y de sentimientos se conjugan en la dinastía de los Gallardo.  Mamá Rosario, la esposa de papá Antonio, de don Antonio Gallardo Molina, con sus 91 años de edad y sus recuerdos a medias entre el presente y el pasado puede estar ya satisfecha, puede estar tranquila, porque ha visto, ha sentido, ha vibrado con el pasar por los atriles del Villamarta de su marido, de su hijo Pepe y de su nieto Antonio Gallardo Monge. Más imposible en menos tiempo. En 47 años ha visto a tres generaciones cantar y contar cosas y casos de la Semana Santa de Jerez. Cada uno en su estilo. De un mismo tronco pero con diferentes ramas y con vientos distintos.  

Papá Antonio, el hijo de Severo, era personal e intransferible. Pepe, el padre de Antoñito, fue otra forma de expresarse y el benjamín, el nieto, el niño que se crió en la calle Ponce a la verita misma de la Soledad de la Porvera, pellizcó como pellizcaba su abuelo y dejó la impronta de un pregón diferente, distinto a lo normal, la realidad de un pregón que a nadie dejó indiferente y que será muy improbable que se pueda repetir bajo los mismos cánones. El pregón del benjamín, por ahora, de la saga de  pregoneros dejó para la historia un pregón contado y cantado según su personal forma de sentir.


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