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Jueves 25/04/2024  

La Pasión no acaba

Y Sevilla habló de él

Se llama Juan Pedro García y es un chaval normal, de los de ahora, pero muy educado, constante, serio y curtido en valores que en estos días andan en ...

Publicado: 30/09/2021 ·
09:25
· Actualizado: 30/09/2021 · 09:30
  • Juan Pedro García “Calerito”. -
Autor

Víctor García-Rayo

El periodista Víctor García-Rayo es el presentador y director del programa La Pasión de 7TV Andalucía

La Pasión no acaba

Dedicado al alma de

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Se llama Juan Pedro García y es un chaval normal, de los de ahora, pero muy educado, constante, serio y curtido en valores que en estos días andan en la carretera desuso. Juan Pedro se dedica a jugarse la vida. Su sueño es ser figura del toreo en pleno siglo XXI. Se ha dejado la infancia y ahora la juventud en los carriles del esfuerzo, la dedicación y la esperanza. Trabaja duro, suda toneladas de entrega cada día y se marcha a la cama después de haberse visto en la ducha las cicatrices de una guerra que está librando contra sí mismo y su propio corazón.

Nadie le ha regalado nada. Desde muy niño le pega pases al aire, a las tardes, a las estaciones del año y al calendario de su sangre. El toro siempre ha sido más grande que él.

Es verdad que en la vida hay que soportar a las orugas si quieres ver mariposas, que hay que andar por las piedras para llegar a pisar la arena. Y Juan Pedro está dispuesto a sangrar por las llagas de sus pies si hace falta galopar por un camino de espinas puntiagudas y crueles. Lo ha demostrado. Da la cara siempre, se entrega siempre. Todo lo ofrece, cada día, en los entrenamientos y vestido con las luces de sus vestidos.

Pero hace unas horas, en la Real Maestranza a la que ama, alguien desde un palco le ha dicho que no es suficiente. Que no sirve empujar a un toro hacia delante, enseñarlo y sacar lo mejor de él; que no es suficiente que la plaza pida el trofeo con claro entusiasmo, que de poco vale jugarte la vida, que no cuenta que la novillada -una corrida de toros- estuviese saliendo canalla y aquella era la posibilidad de premiar a alguien; que no vale que te entregues en cuerpo y alma, que da igual que seas de la tierra y lo hayas dado todo; que tu firme actitud toda la tarde se quedará en apenas el reconocimiento profesional; que ejerciste perfectamente de director de lidia, que cobraste como tus compañeros volteretas de un encierro peligroso. Que Sevilla te pidió la merecida oreja. Pues no vale. Un palco, un presidente, dice que no vale.

¿Dónde está la sensibilidad, dónde la afición? ¿Qué más podía hacer Juan Pedro García delante de aquel toro de Rocío de la Cámara? ¿Estaba el público equivocado? ¿Acaso con una estocada casi entera y un descabello no puede cortarse una oreja después de una faena de esa cadencia, firmeza, ligazón y torería?

Cuando, ya de noche, se apagaron las luces de la Real Maestranza, Juan Pedro regresaba a casa. Seguramente lloró lágrimas de desesperanza, de rabia. No puede ser fácil entender que alguien decida quedarse con un premio que es tuyo y te corresponde.

Ayer llegó llorando a casa. Pero por las calles de Sevilla se hablaba de él. De Juan Pedro García “Calerito”. 

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