Hemos empezado esta semana con el acuerdo alcanzado por los dos partidos que forman la coalición de gobierno para los Presupuestos Generales del Estado 2023. Estos presupuestos son un castillo en el aire totalmente, unos ingresos totalmente inflados que lo único que harán será incrementar el déficit de nuestro país y, por tanto, la deuda.
Y es que los españoles nos hemos acostumbrado a escuchar en nuestros noticieros oír hablar de deuda, pero realmente, ¿a cuántos nos preocupa que la misma alcance su máximo histórico? Pues desgraciadamente, a pocos, muy pocos, ya que en la calle pocos atisban a ver las complejas consecuencias que traerá esta. Para más inri, la subida de tipos de interés que está acometiendo el Banco Central Europeo, más vale tarde que nunca, va a hacer que el problema se multiplique y que nuestros intereses se disparen teniendo que destinar cada vez más dinero a esta partida en los mismos PGE.
Este coctel molotov se ve avivado por un ejecutivo populista, que su única proyección es electoral y que poco le importa realmente una gestión razonable de las cuentas del país. Además, la Comisión Europea que debería velar por la estabilidad de las economías de la eurozona, también parece que hace oídos sordos a los dispendios que se llevan haciendo en nuestro país durante los últimos años y que hacen que cada vez estemos más profundos en un pozo del que nos va a ser muy difícil salir.
Otra noticia de la semana es que se ha alcanzado un pacto para la subida de rentas de los funcionarios, donde, entre otros análisis, estas subidas van a ser bastante inferiores a las que se proyectan en pensiones, por ejemplo. Esto lo único que hace es acrecentar una brecha salarial intergeneracional que va a ser muy difícilmente salvable en las próximas décadas, sobre todo viendo que las tasas de natalidad también se mantienen en mínimos. ¿Por qué no se apuesta de verdad por realzar los nacimientos? Los niños son el futuro de nuestro país y los que realmente van a pagar en un futuro las pensiones de nuestros mayores, no se entiende cómo se quiere seguir pagando un gasto cada vez mayor con una población activa cada vez menor y no hay ningún plan a largo plazo que revierta esta situación que es lo más preocupante, porque ningún gobernante quiere hacerse cargo de esa patata caliente.
