Este lunes noche, la televisión nos reunió a todos para presenciar el único debate de esta sorpresiva campaña, digo sorpresiva no por los hechos que la marcan, que también, sino por el asombroso anuncio de elecciones por parte del ejecutivo. Es curioso cuantas cosas han cambiado y cuantas no en estos últimos años, las pequeñas pantallas se han apoderado de nuestra vida, actualmente consumimos casi toda la información en formato smartphones, los videos verticales que antes eran horrorosos han acabado ganando la partida y ya hasta se hacen televisiones que se giran para verlos.
En cambio, ayer parece que volviésemos veinte años atrás, todos reunidos delante de la televisión o la radio para escuchar las propuestas de los candidatos con más posibilidades llegar a la Moncloa. Desde la cadena que preparó el debate, no se escatimó en detalles dentro del mismo, protocolos a seguir, mediciones de absolutamente todos los parámetros para otorgar la mayor igualdad al evento.
Al final, yo al menos, desde casa no se percibió nada de eso, el resultado fue un debate bronco, donde los moderadores estuvieron totalmente superados por la situación, donde quizás la igualdad sólo se obtuvo en tiempo hablado cada uno, lo que por otro lado era imposible medir porque entre interrupciones, chascarrillos o interpelaciones con los mismos moderadores se perdió un tiempo notable y muy valioso para exponer sus puntos de vista.
La realidad es que se vio a dos candidatos que llegaban de diferente forma pero muy presionados, uno porque necesitaba un último empujón para darle la vuelta a las encuestas que lo señalan como perdedor y el otro porque esas mismas encuestas han ido reduciendo el margen que tenía con su perseguidor día a día. Una bala de oro para los dos, que sólo uno aprovecho.
Y es que se vio a Alberto Nuñez Feijoo, mas entero, calmado y sobre todo con un lenguaje no verbal que transmitía confianza. Todos los que creíamos que ayer el Presidente Pedro Sanchez se lo iba a comer, nos equivocamos. Feijoo iba muy bien preparado, consciente de todos los puntos débiles que ha tenido la gestión socialista y los que no los sacó el mismo Sanchez como con el Falcon o Pegasus.
De todas formas fue un debate que deja pocas o casi ninguna conclusión de lo que encontraremos en el próximo Gobierno, ya que el reproche se convirtió en el principal lenguaje del mismo.
