El verano ha terminado y con ello van a volver rutinas que quedaron suspensas en marzo cuando estallo la pandemia en nuestro país. Esta vuelta coincide con el inicio de lo que es ya una segunda ola del virus en toda regla, y todo ello sin tener una planificación suficiente para esta terrible situación. Nos vamos a encontrar que los colegios van a ir cerrando, porque evidentemente el contagio entre alumnos del centro va a ser inevitable, y nuestro gobierno no toma medidas con un rumbo claro, sino dependiendo del que le marca las protestas de diferentes colectivos, por lo que se legisla mal y tarde.
Todo este cóctel agrava la crisis económica, ya que ni el turismo se ha recuperado ni parece que se vaya a recuperar a corto o medio plazo. Las comparaciones son odiosas, pero es lamentable ver como los trenes y aviones apuran hasta la última plaza, en un lugar cerrado y sin la más mínima distancia de seguridad, en el caso de Renfe una empresa pública, y por otro lado cercenan los eventos con aforos imposibles y limitaciones que no hacen agradable una celebración.
Está claro que estamos pasando uno de los peores años del último siglo, pero, si como avisan los científicos vamos a tener que aprender a vivir con el virus porque la vacuna parece no llegar, o al menos parece que nos han dicho que llegará antes de lo que realmente pasará, tendremos que empezar a normalizar ciertas situaciones. Vivimos en la indefinición más absoluta, las normas de convivencia cambian cada Consejo de Ministros y tenemos que estar mirando las noticias para saber que se puede o no se puede hacer. De repente las mascarillas no eran útiles y dos días después son obligatorias, hacer test masivos era una tontería y de al día siguiente ves al ministro presumir de que somos uno de los países que más test están realizando.
Soy de los que piensa que la situación ha sido realmente compleja, y que se han hecho muchas cosas mal pero ahora tenemos una segunda oportunidad para con la experiencia que hemos tenido en marzo, afrontar esta segunda parte y esperemos que última.
