Natalia de Molina y Juan Miguel del Castillo regresan al Festival de Málaga años después de su Biznaga de Plata por 'Techo y comida' (2015), la ópera prima del gaditano, con 'La maniobra de la tortuga', un angustioso thriller con el que vuelve a sumergirse en un mundo femenino atormentado, esta vez, por la violencia de género.
Basada en la novela homónima de Benito Olmo, que el director conoció por un recorte de prensa, 'La maniobra de la tortuga' reunía muchos ingredientes que le llamaron la atención a Del Castillo; los personajes, la relación que tienen entre ellos y el evidente corte social del tema. "Y me fui a buscarla", ha dicho Del Castillo.
"Para mí ha sido un reto, una apuesta personal. Mi única película era realista, y digamos, más social, y enfrentarme a un thriller policíaco realmente me daba un poco de vértigo", afirma Del Castillo, que este jueves presentó la cinta en el Festival de Málaga, donde compite en Sección Oficial.
El resultado es este thriller seco, duro, angustioso por momentos, que se apoya de nuevo en una inmensa Natalia de Molina, delgadísima y ojerosa, convertida esta vez en una enfermera que, escondida en un hospital de Cádiz, intenta pasar lo más desapercibida posible para que su agresor, su expareja que está a punto de salir de la cárcel, no la encuentre.
"Cristina es una superviviente de violencia de género que ha tenido que rehacer su vida como un ave fénix, pero su pasado vuelve, se hace cada vez más presente y vive un momento intenso y duro, como muchas mujeres", apunta la protagonista de 'Techo y comida', rendida para siempre al director gaditano.
"Me ha hecho mucha ilusión seguir formando parte de su universo y darme cuenta de que somos los mismos de 'Techo y comida'; siento que tengo una relación muy importante con él y si Juan Miguel me dice ven, lo dejo todo", ha señalado la ganadora de dos Goyas, cinco veces nominada.
Ha desvelado la de Linares que para su sorpresa, lo más difícil de la película no fue meterse en el papel, "soy consciente del espejo que estamos haciendo y de la denuncia que supone la película", ha dicho, sino grabar con una "bodycam" (cámara pegada a su cuerpo) las escenas más angustiosas, porque "sentí mucha presión con la cámara pegada al cuello".
"Pesaba trece kilos, yo había perdido mucho peso para el papel y me sentía muy débil, y se me sumó la tensión emocional a llevar la cámara encima. Fue angustiante, es verdad que me ayudó a transmitir, pero no le deseo a nadie una 'bodycam'", sonríe la andaluza, que por fin ha sacado todo su acento en esta cinta.
"Natalia es espectacular y encajaba muy bien en el papel", ha dicho por su parte el director.
Los dos personajes, Cristina y Manuel Bianquetti (el francés Fred Tatien, que excusó su visita a Málaga por estar convalenciente de covid), tienen un pasado oscuro en el que los dos han sufrido por la violencia machista, y conectan en un momento terrible de debilidad, ambos vulnerables y rabiosos, solos y con un objetivo claro.
El inspector llega a Cádiz rebotado de una comisaría de Madrid, un castigo que sus superiores no tardan en hacerle ver; bebe demasiado, a causa de un terrible suceso que le arruinó la vida, y su mujer y su hija pequeña no quieren saber de él.
Aun así, cuando aparece el cadáver de una joven en un contenedor de basura, se le remueven los recuerdos y decide investigar, a pesar de la prohibición expresa de sus superiores.
Mientras busca al culpable, su vecina le pide ayuda. Teme lo que le pueda hacer su exmarido, y no encuentra ayuda en las instituciones: "Solo les importamos cuando morimos, somos un número", dice el personaje.
Está previsto que la cinta llegue a las salas comerciales el próximo mes de mayo.