No podremos saber qué se siente cuando las bombas asedian tu hogar. Ni qué se pasa por la cabeza cuando una madre decide abandonar su país con toda su familia y unas pocas pertenencias para sobrevivir a costa de todo. Pero Médico sin Fronteras quiere que, al menos, te pongas en la piel de un refugiado durante unos minutos para comprobar cómo sobreviven los civiles a la guerra. La ruta de los sirios que huyen de su país de camino a Europa, desde la frontera turca hasta Alemania. Los que viven atrapados en los campos desplazados de Malakal, en Sudán del Sur. #Seguirconvida es el nombre de la campaña que la organización trae a Málaga hasta el próximo 30 de octubre para denunciar que cada día millones de personas sufren por la guerra y la violencia.
Médicos sin Fronteros ha montado su particular hospital de campaña en calle Alcazabilla donde podremos descubrir el éxodo sirio, la guerra más sangrienta del siglo XXI que ha provocado que más de cuatro millones de sirios hayan abandonado el país desde que empezó el conflicto en 2011. O la situación de Sudán del Sur, el país más joven del mundo, independizado en 2011, donde la guerra civil que estalló apenas dos años después ha diezmado la población. Hay 1,6 millones de desplazados internos, muchos de los cuales viven en condiciones deplorables o en recintos protegidos de los que no pueden salir. Mosquiteras, material médico, medicamentos o mantas térmicas reales como las que usa la organización recrean los escenarios en los que Médicos sin Fronteras batalla por los derechos humanos.
“A este ritmo, Europa tardaría 30 años en cumplir los cupos de acogida de refugiados a los que se comprometió”, critica David Noguera, el nuevo presidente de la organización médica humanitaria, que pone como ejemplo a Canadá, “que ha acogido a 26.000 llevándolos en avión”, para evidenciar que “es cuestión de voluntad política”. “En España y en Málaga hay una sensibilidad mayor que la que demuestran nuestros líderes políticos”, asegura.
La falta de pasajes seguros ha convertido el Mediterráneo en una tumba y unas políticas de fronteras cerradas han llenado los bolsillos de mafias y de quienes se aprovechan del horror. Los que intentan denunciarlo y ayudar también lo padecen. Hace apenas dos semanas sufrieron un ataque a cuatro de sus hospitales en Alepo. Perdieron una ambulancia y a un compañero. “Hablamos de acoger a 3 personas por cada 10.000 habitantes”, reivindica la delegada en Andalucía, Carmen Escalante”, que lamenta que “esté ganando el discurso del miedo”.