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Cartas de ánimo, una medicina para pacientes de covid y sanitarios

La promotora es Belén Navarrete, enfermera del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Regional Universitario, que ha repartido más de 5.500 cartas

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  • Una de las cartas recibidas. -

La iniciativa consistente en recabar y leer cartas de ánimo a pacientes covid de un hospital de Málaga cumple ya un año de vida, una actividad que alimenta a los enfermos y que representa también una "medicina" para los propios sanitarios.

La promotora es Belén Navarrete, enfermera del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Regional Universitario, que ha repartido más de 5.500 cartas, a pesar de que durante la segunda ola se frenó esta iniciativa, que se ha recuperado este año.

En el comienzo de la pandemia, Belén decidió reproducir la iniciativa de un hospital de Madrid y habilitó un correo electrónico en el que, en las primeras 24 horas, recibió 800 "preciosos mensajes" de España, Alemania, Francia, Brasil, México e incluso de alumnos de castellano en Japón.

CARTAS PARA CONTRARRESTAR UN FUERTE IMPACTO EMOCIONAL

La sanitaria cuenta a Efe que la covid causaba un "impacto emocional muy fuerte" en los pacientes mayores, que se encontraban solos y no querían ver la televisión por las malas noticias que daba, por lo que pensó en cómo podría hacer que "pasaran un buen rato" y se entretuvieran.

Tras la primera ola, en la que entregó 3.000 cartas, en la segunda ya no las recibían, aunque la actividad se reanudó en la tercera, en la que colegios de España y de otros puntos de Europa se sumaron a esta enriquecedora iniciativa.

"Ahora me siento desbordada, pero contenta y agradecida", afirma la profesional, que comenta que, además de imprimir y repartir las cartas en las plantas del hospital, se entretiene en agradecer "uno por uno" a todo aquel colegio, institución o particular que participa con un gesto que colma de afecto a los enfermos.

Belén destaca la emotividad de los pacientes cuando reciben las cartas y cuenta que muchos sollozan al leerlas. Además, confiesa que el personal del hospital también llora "cuando nadie los ve" al observar la reacción de las personas ingresadas y añade que ella mantiene contacto con algunos antiguos pacientes que se recuperaron.

LÁGRIMAS Y EMOCIÓN EN LOS PACIENTES

Antonio Bao Quintero, de 78 años, estuvo 21 días ingresado en la Unidad de Cuidados Respiratorios Intermedios (UCRI) del hospital y asegura a Efe que, para él, "la cosa pintaba fea". Perdió 12 kilos y masa muscular, pero finalmente se recuperó e insiste en que, aunque estaba "muy mal", nunca se le pasó por la cabeza morir.

Antonio ahora utiliza una bombona de oxígeno, recupera la movilidad progresivamente y, antes de esta entrevista, ha logrado subir al segundo piso de su casa por primera vez desde que salió del hospital hace más de un mes.

Francisco Javier Arcos, yerno de Antonio, también padeció el virus y estuvo ingresado en el hospital menos tiempo, una estancia en la que se dedicaba mucho a leer las cartas de ánimo e incluso chistes de jóvenes remitentes, lo que le daba "mucha moral".

Belén recuerda cómo un matrimonio de pacientes se puso a llorar al recibir las cartas, por lo que les preguntó si les habían molestado. Ellos, emocionados, aseguraron a la enfermera que éstas estaban firmadas con los mismos nombres de sus nietos, una de las muchas anécdotas de este sanador proyecto que ha marcado a la sanitaria. 

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