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Martes 07/05/2024  

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Un escuadrón antiminas para que la vida vuelva a Bucha

Con el objetivo de detectar y destruir las miles de minas que las tropas enemigas plantaron antes de replegarse y que impiden que la vida vuelva a brotar

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  • Ucrania. -

Desde hace una semana, el escuadrón liderado por Norislav inspecciona las viviendas de Bucha, una de las ciudades más masacradas durante la invasión rusa, con el objetivo de detectar y destruir las miles de minas que las tropas enemigas plantaron antes de replegarse y que impiden que la vida vuelva a brotar en esta maltratada localidad.

A sus 23 años Norislav es el jefe de su grupo de expertos en minas, uno de los cinco que operan a diario en Bucha desde que fue liberada para encontrar todos estos explosivos que las tropas rusas plantaron tras cometer una de las mayores masacres contra la población civil, que se saldó con más de 400 ejecutados.

Aunque no hay datos oficiales de los explosivos que ya han sido eliminados en Bucha, una pequeña ciudad al oeste de Kiev, el equipo de Norislav por su cuenta detecta y destruye unas 600 cada día, asegura a Efe este joven especialista en minas originario de Lugansk, donde la guerra ya estaba presente desde 2012.

CASA POR CASA

Unos 30.000 de los 35.000 habitantes de Bucha huyeron antes de que las tropas rusas entraran a la ciudad y arrasaran con todo. Mataron a sangre fría, violaron, destruyeron los sistemas de abastecimiento de agua, gas y electricidad, y saquearon tantas propiedades como pudieron, dejando minas a su paso.

Por eso, el equipo de Norislav se tiene que desplazar a diario a decenas de apartamentos y casas, para asegurar que las viviendas son seguras antes de que los vecinos vuelvan a casa.

“El acceso a la ciudad está restringido, solo los residentes pueden entrar, pero tenemos que revisar sus viviendas antes”, dice a Efe.

Vladislau, de 57 años, espera al escuadrón antiminas frente a la casa de su hermana, que fue ocupada por soldados rusos durante casi un mes y teme que dentro dejaran explosivos.

“No han encontrado nada”, dice aliviado después de que el escuadrón peinara la zona. Su hermana huyó al quinto día de la ocupación de Bucha porque su hija va en silla de ruedas y eso dificultó la evacuación.

Ahora ella se encuentra en Francia, pero Vladislau asegura que volverá a la ciudad cuando la guerra termine: “Vamos a reconstuir la casa. Hay que poner nuevas puertas y ventanas, pero mi hermana quiere volver”, asegura.

En otro edificio a las afueras de Bucha, Polina y su marido también han llamado a la unidad antiminas para que revisen su apartamento, donde las tropas rusas establecieron una suerte de base de operaciones.

“Los rusos entraron al edificio y vinieron aquí. Los de alto rango durmieron en los pisos, como en el nuestro, y los soldados se quedaban en los pasillos”, asegura desde su domicilio, después de el escuadrón lo peinara.

UNA TAREA QUE PUEDE ALARGARSE AÑOS

Dima es un orfebre que un día antes de la ocupación acabó de renovar su nuevo taller. Ya no queda nada de él, ni siquiera la pared exterior. Ha llamado al equipo antiminas porque ha encontrado un mensaje en ruso enfrente del local que advierte en tinta roja “no subir al octavo piso”.

Al revisar el bloque, la unidad antiminas encuentra en el octavo piso una veintena de proyectiles antitanque sin detonar, que vendrán a recoger con materiales especiales y, posteriormente destruirán en un lugar alejado de los civiles.

“Es muy complicado desminar la ciudad entera y sus alrededores. Ejemplo de ello es que todavía se siguen encontrando minas de la Primera y la Segunda Guerra Mundial”, dice a Efe el encargado de Infraestructuras del ayuntamiento de Bucha, Hapchenko Dmytro.

Según el funcionario, el 90 % de la “infraestructura crítica” de la ciudad ya ha sido desminada, en referencia a las redes de agua, gas y electricidad, que fueron devastadas por los soldados rusos hasta el punto de dejar Bucha sin servicios.

“El objetivo es destruir todas las minas visibles primero, pero es casi imposible hacerlo al 100%. Las que están más escondidas, podemos tardar años en encontrarlas”, sentencia.

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